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El sorprendente vínculo de dos mascarones de la Quinta de Anauco con las peleas de gallos

Par de mascarones del siglo XVIII que preserva el Museo de Arte Colonial de Caracas. Patrimonio cultural de Venezuela.

Mascarones del siglo XVIII en el Museo de Arte Colonial de Caracas, Quinta de Anauco. Foto Elena Cardona, 2018.

Un par de mascarones del siglo XVIII que conserva el Museo de Arte Contemporáneo de Caracas habla del período glorioso de la herrería venezolana. Pero también del popular guarapo y de las peleas de gallos que, por orden oficial, costearon las costosas aldabas para una extinta leprosería caraqueña.

Nombre: par de mascarones.

Autor: atribuido al maestro fundidor José Antonio Rodríguez de Olivera.

Técnica: bronce fundido y cincelado.

Dimensión: 23 x 22 cm cada uno.

Años: c. 1758.

Tipo de Patrimonio: tangible / Mueble

Administrador custodio o responsable: Museo de Arte Colonial de Caracas / Dr. Carlos Federico Duarte.

Historia
Descripción
Valores patrimoniales
Situación actual
Ubicación
Fuentes consultadas

Historia

Par de mascarones del siglo XVIII que preserva el Museo de Arte Colonial de Caracas. Patrimonio cultural de Venezuela.

Los mascarones o aldabas eran los timbres de las puertas en el siglo XVIII venezolano, cuando no había electricidad. Foto Javier Ramírez, 2018.

Las aldabas hablaban del dueño de la casa sin siquiera abrir su puerta. Cuando visitamos las casas de amigos es algo normal y fácil tocar el timbre, pero cuando no existía la electricidad había que tocar duro la puerta. Por ello las puertas antiguas contaban con esas elegantes aldabas que les confieren un inquietante y misterioso encanto. En esta oportunidad tenemos un par de aldabas que se asemejan a máscaras de león, las cuales se encontraban en la capilla del Hospital de San Lázaro en Caracas a mediados del siglo XVIII.

¿Usted ha oído hablar de este hospital?, ¿sabe dónde se encontraba? o ¿qué tipo de pacientes atendía? Estas piezas nos remiten a un momento poco conocido de la historia de Caracas. Y nos hablan además de la importancia de los maestros herreros en la Caracas colonial y del contexto en que se realizaron estas piezas.

En el siglo XVIII las manos no eran suficiente para anunciar nuestra llegada frente a las gruesas puertas de las casonas y edificaciones religiosas, se debía tocar las aldabas. Este objeto transmitía la primera información sobre el propietario de la casa, su nivel socioeconómico y sus gustos. Durante mucho tiempo fue un símbolo de distinción, pues para tenerlas se requería de artistas de la herrería, que en aquella época fueron muy cotizados.

Desde el inicio de la llegada de los españoles a América, la herrería fue muy importante en la construcción de casas y la elaboración de objetos como cerraduras, bisagras, clavos, rejas, lámparas, objetos de cocina, entre otros. El oficio pasaba de padres a hijos, con el correr del tiempo la mayoría de las familias de herreros estaban emparentadas.

Par de mascarones del siglo XVIII que preserva el Museo de Arte Colonial de Caracas. Patrimonio cultural de Venezuela.

Detalle de uno de los dos mascarones que preserva el Museo de Arte Colonial de Caracas. Foto Elena Cardona, junio 2018.

La era de oro de la herrería venezolana. A mediados del siglo XVIII los herreros se habían consolidado y se fueron desarrollando de acuerdo a la prosperidad de la ciudad donde se encontraban. En Caracas fue necesario que las autoridades crearan una organización gremial que estableciera normativas para el ejercicio de este oficio. Dicha ciudad contaba con veinticinco herreros activos, algunos se destacaron por los trabajos realizados a la Iglesia y en las casas de las familias más importantes (Duarte, 2007).

A las afueras de Caracas, en el sitio llamado La Hoyada, se construyó en 1753 un hospital muy particular, pues estaba destinado al cuidado de personas con lepra, el Hospital de San Lázaro. Cinco años después se construye la capilla y en sus puertas se colocaron dos mascarones con forma de cabeza de león, que hoy podemos apreciar en el Museo de Arte Colonial de Caracas. El fundidor fue don José Antonio Rodríguez Olivera, quien había realizado varias campanas para la Catedral de Caracas. En la actualidad cuesta imaginar que este lugar tan céntrico marcara el límite de la ciudad y el hospital le diera nombre a una esquina.

Un guarapo y el juego de gallos costearon los elaborados mascarones. Estos mascarones son grandes y su forma es bastante elaborada, lo cual nos indica que debió ser una pieza costosa. Llama la atención cómo una institución de beneficencia pudiese costear sus gastos, construir una capilla y colocar en sus puertas unos mascarones finamente elaborados, similares a los que había en la casa del conde de San Javier. Tal incógnita se aclara cuando vemos que el gobernador consideró que esta institución requería de una renta fija que permitiera sufragar sus gastos; por ello ordenó que los beneficios producto de los juegos de gallos y la venta de una bebida popular, llamada guarapo, fuesen destinados a los gastos del Hospital de San Lázaro (Marcel Granier-Doyeux, 1953).

Par de mascarones del siglo XVIII que preserva el Museo de Arte Colonial de Caracas. Patrimonio cultural de Venezuela.

Fachada modernizada de la vieja casona de San Lázaro, hacia 1940. Foto Revista de la Sociedad Venezolana de Historia de la Medicina.

Diez años después de su construcción el hospital fue trasladado a Sarría, pues ya se encontraba dentro de la ciudad. La edificación tuvo varios usos a lo largo del tiempo hasta 1949 cuando fue demolida. Carlos Manuel Möller rescató los mascarones y los conservó hasta su muerte. Hoy estas joyas integran la colección del Museo de Arte Colonial, donde se resguardan para el aprecio de las actuales y futuras generaciones.

Descripción

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Cada aldaba tiene forma de cabeza de león, en ella se observa el refinado modelado de las ondulaciones que asemejan un pelaje.  En los extremos tiene cuatro orificios para fijar la pieza a la puerta. La boca del animal sostiene una figura semicircular con entorchaduras, similar a una cuerda. Este aro es movible.

Valores patrimoniales

Estos mascarones testimonian uno de los períodos más relevantes de la herrería venezolana. En la Caracas del siglo XVIII se consolidó el gremio de herreros y su quehacer artístico y utilitario, destacando el maestro fundidor José Antonio Rodríguez de Olivera, a quien se le atribuye la autoría de las piezas.

Par de mascarones del siglo XVIII que preserva el Museo de Arte Colonial de Caracas. Patrimonio cultural de Venezuela.

El Hospital de San Lázaro ostentó los mascarones que se preservan en la Quinta de Anauco, Caracas. Foto vengenblogspot.jpg

Piezas como las que acá reseñamos eran casi exclusivas de la alta sociedad colonial, pues muy pocos podían darse el lujo de tener en sus puertas la obra de reconocidos maestros herreros. Sin embargo, las presentes aldabas pertenecieron al Hospital San Lázaro, extinta leprosería caraqueña. Un hecho que desvela de manera insospechada la cotidianidad social de la ciudad de mediados del siglo XVIII, pues el costo de las mismas fue financiado, por orden oficial, con los dividendos que dieran la venta del guarapo, una bebida muy popular en aquella época, y las peleas de gallos. Ese debió ser el deporte nacional de entonces…

Situación actual

Buen estado de conservación.

Ubicación

Museo de Arte Colonial de Caracas. Quinta de Anauco, San Bernardino, municipio Libertador, Caracas.

Fuentes consultadas

Duarte, Carlos F. (2007). Historia de la Herrería en Venezuela. Período Hispánico. Caracas: Sidetur

Granier-Doyeux, Marcel. (1953). La casona de San Lázaro. En Revista de la Sociedad Venezolana de Historia de la Medicina. Vol. 1, No. 1, Enero-Abril. Consultado en agosto de 2018.

Investigación: Zaida García Valecillo. Zaida García Valecillo, PhD. Profesora en artes plásticas, con estudios en estética y educación artística, se ha especializado en trabajos de investigación sobre la educación y gestión social del patrimonio, así como a la relación entre arte y ciudadanía.

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