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Palacio de los Leones, aires del Renacimiento en San Cristóbal

Palacio de los Leones. San Cristóbal, estado Táchira. Patrimonio arquitectónico de Venezuela.

Palacio de los Leones, San Cristóbal. Foto Lcdo. Yosel Molina, 2008.

Nombre: Palacio de los Leones.

Año: 1931, 19 de diciembre.

Autor: don Jesús Uzcátegui.

Tipo de patrimonio cultural: tangible / inmueble.

Administrador custodio o responsable: gobernación del estado Táchira.

El Palacio de los Leones, de la ciudad de San Cristóbal, resulta una perfecta síntesis entre los elementos culturales y arquitectónicos inspirados en el renacimiento, el barroco y las nuevas tendencias del clasicismo, de inicios del siglo XX. El inmueble da una lujosa lectura de la historia tachirense.

Historia
Descripción
Valores patrimoniales
Situación actual
Ubicación
Fuentes consultadas

Historia

Presentación. Desde el mar de la memoria tachirense, rodeado por un océano de olvido, emerge la fecha del 16 de julio de 1925. A la hora del antiguo toque del alba, cuando las campanas de la Catedral y de La Ermita repicaban casi a rebato, anunciando el inicio de la festividad del Carmen, un cuidado automóvil marca Ford, cruzó por frente de la edificación -en obras- del Palacio Municipal de San Cristóbal. Con voz de imperio, aun desde su ocaso, una voz emergió de las sombras del puesto trasero, y se dirigió al conductor: «¡deténgase!».l

Con mirada escrutadora, los ojos del pasajero recorrieron muros y altillos; arcadas y ventanas; ornamentos y esculturas, y evaluó por igual la resistencia de las agujas o cuñas de madera que aún sostenían los encofrados de tapiales y mampostería. En tono bajo y lento musitar, se le oyó decir: «¡Umjú!, lo hecho, hecho queda», para luego retomar la voz de mando con la expresión: ¡Siga!». El último «siga»; un siga sin retorno.

Así, hace noventa y dos años, desaparecía para siempre de la escena pública tachirense la contradictoria figura del general Eustoquio Gómez.

A cien años de la inauguración del parque Sucre y noventa y dos años de los trabajos externos del Palacio de los Leones, se sigue reconociendo la obra material creada en esa época como patrimonio cultural, como un legado de nuestros antepasados.

Por ello, impera la obligación de profundizar en la historia y en el arte de lo edificado. De esta forma, las nuevas generaciones de tachirenses no olvidarán ese pasado –con sus matices blancos y negros-. Y, por igual, tendrán la oportunidad de contemplar -in splendor maximus artis- la riqueza patrimonial que ha generado esta tierra.

Palacio de los Leones. San Cristóbal, estado Táchira. Patrimonio arquitectónico de Venezuela.

General Eustoquio Gómez, 1929. Fue el mentor del Palacio de los Leones. Foto Imágenes Antiguas del Táchira, 2015.

El déspota civilizador. Este gobernante regional, cual sátrapa persa regente de dioses y de hombres de inicios del siglo XX tachirense, nació en Rubio, estado Táchira en 1868 y falleció –víctima de varios disparos de origen aún incierto- en el despacho del gobernador del Distrito Federal, en Caracas, la mañana del 21 de diciembre de 1935.

Su personalidad y obra política –la cual ha sido estudiada y valorada desde diferentes puntos de vista por cronistas, académicos, historiadores, investigadores universitarios y novelistas- se inició en 1911 en cargos de alto gobierno, primero como Comandante de Armas de la plaza de San Cristóbal y luego como presidente constitucional del estado Táchira hasta 1925.

Todos, por designación de su primo hermano, el general en jefe Juan Vicente Gómez, presidente de los Estados Unidos de Venezuela y comandante en jefe del Ejército, Marina y Aviación, desde 1908 hasta su fallecimiento, el 17 de diciembre de 1935 (período conocido como el «régimen gomecista» o «gomero», en la historiografía venezolana).

Desde el punto de vista arquitectónico y urbanístico tachirense, su férrea voluntad hizo saltar -de las manos de presos políticos, presos comunes, delincuentes y vagos- cinceles y buriles, dirigidos por reconocidos artesanos, en la labra trasmutadora de las piedras «eustoquianas».

San Cristóbal fue la primera en ser transformada y en hacerse digna de ser llamada la capital del estado Táchira. Si bien no es el objetivo del presente ensayo describir los cambios que sufrió la urbe, sí se podrían resumir siguiendo una descripción de las principales obras.

El primer paso para crear una ciudad era adecuar el terreno y aderezar sus calles. Para ello, hizo traer de Caracas a un arquitecto especialista para alinear las calles de la ciudad y hacer desaparecer los ranchos y las construcciones anárquicas, que obstaculizaban el trazado y continuidad de las mismas.

Cubrió de empedrados las calles y obligó a los vecinos a construir las aceras de las mismas en el tramo de sus respectivas casas; impuso casi un estilo de arquitectura duradera, universal e institucional –a partir de la remodelación de su casa de habitación- con un gusto por el estilo barroco clasicista e italianizante, logrando que las casonas de los personajes con mayor poder político y económico, remodelaran o construyeran las fachadas de sus casas con remates –que eliminaban los viejos aleros coloniales- coronados por formas ornamentales de jarrones  y flameros.

Reubicó el basurero local, en el cual se había convertido la vieja plazuela de San Sebastián, para transformarla en el parque Sucre, el segundo en importancia de la ciudad; contrató el servicio de ingenieros alemanes especialistas para crear y ampliar plantas hidroeléctricas, para el mejoramiento del servicio de alumbrado público de la urbe; erigió el primer sistema de acueducto moderno para San Cristóbal.

Palacio de los Leones. San Cristóbal, estado Táchira. Patrimonio arquitectónico de Venezuela.

Palacio de los Leones, túnel. Foto Arquitecto Jonny Rojas, Instituto del Patrimonio Cultural-Táchira, 2015.

Construyó el primer aeródromo en la planicie de Sabana Larga (actual ubicación de la Universidad Católica del Táchira, sede nueva); el primer sistema de acueducto para la ciudad [los viejos depósitos de agua permanecen cumpliendo sus funciones, junto a la actual iglesia de Ntra. Sra. de Coromoto y frente a la calle a la cual le dio su nombre el ´Pasaje Acueducto´]; construyó una red de sólidos túneles subterráneos «al estilo de los de París» [en la replanificación urbanística del centro de París, del siglo XIX, diseñada por el barón Haussmann, todas las casas y edificaciones debían estar conectadas con las cloacas principales por medio de túneles de dos metros y treinta centímetros de altura y de un metro y treinta centímetros de ancho], según reseñaba la prensa sancristobalense de la época y cuya intención o uso original aún permanece difuso en el imaginario urbano, entre servir como vía de escape a los gobernantes de la época, en caso de invasión, o como un sistema de alcantarillado, canalización y embaulamiento (por cauce cubierto de las corrientes de agua) de las quebradas, que cruzaban la ciudad.

Ordenó la apertura de las vías carreteras que unirían a la ciudad con los pueblos del sur del estado; dejó en fase de acondicionamiento interno las imponentes estructuras del Hospital Vargas y del Palacio Municipal de San Cristóbal, el cual se comenzó a conocer en su época como «El Capitolio», y posteriormente como «Palacio de los Leones».

Todo lo realizó a partir de los limitados recursos de la Tesorería del Estado, sin ser obligado por un plan nacional de urbanismo o por una orden impuesta por el gobierno central de Caracas. Solo motivado y movido por su propio criterio y libre elección de querer hacer las cosas -y hacerlas bien.

Al marcharse de su tierra, aquel 16 de julio de 1925, el General Eustoquio Gómez, bien pudo vanagloriarse –como Augusto, emperador de Roma- de haber recibido la ciudad en adobe y dejarla en mármol. Nunca antes -ni después- la ciudad de San Cristóbal había tenido «un mejor alcalde».

Palacio de los Leones. San Cristóbal, estado Táchira. Patrimonio arquitectónico de Venezuela.

Palacio de los Leones, San Cristóbal. Foto Rafael Vicente Dulcey, 1930. Fotos Antiguas del Táchira, 2015

El Parque Sucre, antesala romántica al palacio. El 19 de diciembre de 1915 el general Eustoquio Gómez inauguraba el parque Sucre, transformado en un enlosado de arboledas, jardinería y caminerías en torno a un reducido espacio rectangular central. Siguiendo el estilo de paisajismo de los parques ingleses de la época, se proyectó con una jardinería a la moda victoriana con plantas y arbustos plantados en un determinado orden, como un modelo de jardín botánico propio del romanticismo.

El presidente del estado lograba, de esta forma, la transformación definitiva de la vieja plazuela de San Sebastián (ya denominada plaza Sucre por acuerdo de la municipalidad de San Cristóbal, de fecha 6 de enero de 1895, como parte del inicio de las celebraciones del centenario del nacimiento del Gran Mariscal de Ayacucho) como un nuevo polo de centralidad residencial urbana (desplazándolo del área de Catedral, antigua Parroquial de San San Cristóbal y San Sebastián mártires).

Por este motivo las familias más adineradas de San Cristóbal comenzaron a migrar hacia el entorno del parque y remodelar y refaccionar las fachadas de sus viviendas, al estilo y gusto artístico del mandatario regional.

Acto seguido a la inauguración, el general Eustoquio Gómez encargó al ingeniero Enrique Loynaz Sucre el primer estudio de planos y cálculos del futuro Palacio Municipal de la ciudad.

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Parque Sucre y Palacio de los Leones, en obras. San Cristóbal, 1930. Foto Diario La Esfera, Caracas, año III, N° 1.361, diciembre, 1930. Imágenes antiguas del Táchira (2015)

La adaptación de la plazuela a un trazado de parque-jardín le daría un carácter romántico e informal al severo diseño ya preconcebido para el palacio. Así, el parque Sucre -de forma rectangular irregular- presentó su cabecera situada al este (carrera 10ª), con una escalinata descendente, hasta el espacio donde se levantaría el busto del Gran Mariscal de Ayacucho. Tiempo después se ubicaría allí una fuente con tres arcos toscanos, de sillares almohadillados y construidos en 1940 por artistas vascos residentes en San Cristóbal, quienes habían llegado en 1939 como exiliados luego de la cruenta Guerra Civil Española, sus nombres y oficios eran: Segundo Achurra Aspiazu (constructor), Ceferino Bilbao Echederra (ebanista) e Isidoro Ibáñez Uribe (zapatero). Los arcos simbolizaban las dos grandes acciones militares dirigidas por Sucre y la tercera, donde obtuvo una participación destacada: Pichincha, Ayacucho y Junín.

De esta forma, el parque quedó dividido entre once parterres, poblados por almendros, acacias, chaguaramos, sauces llorones y plantaciones florales de carácter temporal.

El diseño y plano original de 1915, se mantienen -en considerable proporción- hasta el presente. Se puede decir que ‘sobrevivió’ al ‘vendaval’ de reformas paisajísticas urbanas que afectó las principales plazas y parques de la ciudad, en la época de las celebraciones del cuatricentenario (1960 – 1961).

Las mismas se caracterizaron por la implementación de un esnobismo arquitectónico que hizo desaparecer el orden y la simetría clásica de las plazas junto con parte del paisajismo romanticista de su ornamentación vegetal, desplazando por igual de su centralidad tradicional -o derribando- las estatuas y los monumentos a los héroes.

Palacio de los Leones. San Cristóbal, estado Táchira. Patrimonio arquitectónico de Venezuela.

Estado de la fachada del Palacio de los Leones, de San Cristóbal, para 1930. Foto Colección del Dr. Luis Hernández Contreras, Cronista de la ciudad de San Cristóbal, 2016

El Capitolio de San Cristóbal. Una vez iniciados los trabajos de construcción, el Palacio Municipal parecía seguir los esquemas del arquitecto renacentista León Bautista Alberti (1404 – 1472), quien propuso que este tipo de obra se levantara fuera de la ciudad y al mismo tiempo en ella.

Así, en el imaginario colectivo de los residentes de San Cristóbal, la cual no sobrepasaba los 26 000 habitantes entre 1922 y 1924, al ir tomando la edificación su forma monumental, el común –orgulloso de la estructura que veían emerger de la nada- utilizó una sinécdoque para identificarlo: «el Capitolio».

Por igual, es de importancia acotar que en el espacio sobre el cual se construía -y área donde concluía la trama urbana- en el siglo XVII estuvo ubicada la ermita e iglesia de San Sebastián, y para 1749 el Hospital Militar de la Villa de San Cristóbal.

Nunca pensaron los admirados habitantes que –años después- la edificación cumpliría verdaderas funciones de capitolio regional, como asiento del Poder Legislativo tachirense.

Palacio de los Leones. San Cristóbal, estado Táchira. Patrimonio arquitectónico de Venezuela.

Palacio de los Leones, en construcción, San Cristóbal, 1924. Foto Imágenes Antiguas del Estado Táchira,

Su construcción se inició por decreto de fecha 6 de diciembre de 1922 y sus obras finalizaron con una solemne inauguración, el 19 de diciembre de 1931. Cuando el Palacio de los Leones fue completado en 1931, se convirtió en la edificación de carácter público más alta de la ciudad y en un importante símbolo de la era moderna.

No obstante, en el lapso posterior a la salida del general Eustoquio Gómez de la presidencia del estado, único promotor e interesado en la conclusión de la obra, entre 1925 y 1931 los trabajos se paralizaron en varias ocasiones.

Los recursos destinados a la misma eran transferidos a otras partidas de gastos del estado (consúltese al respecto el mensaje presentado por el presidente del estado, general Pedro María Cárdenas, a la Asamblea Legislativa del estado Táchira, en sus sesiones de 1930).

Asimismo, y luego de su inauguración en 1931, se desestimó su destino original para la municipalidad y se traspasó la edificación para sede del Gobierno del Estado y de la Asamblea Legislativa, distribuyéndose sus espacios para los despachos y oficinas de los poderes ejecutivo y legislativo así como para las secretarías y direcciones de ambos, encargadas de la alta administración de los asuntos del Estado.

Palacio de los Leones. San Cristóbal, estado Táchira. Patrimonio arquitectónico de Venezuela.

Palacio de los Leones, estado de la construcción para 1928, San Cristóbal. Foto F. Benet, 1928.

Palacio de los Leones. San Cristóbal, estado Táchira. Patrimonio arquitectónico de Venezuela.

Nocturno del día de la inauguración del Palacio de los Leones, el 19 de diciembre de 1931. Foto abogado Wilmer Antonio Rey Lozada, 2015.

Descripción

El Palacio de los Leones, el arte en albañilería maciza. La edificación, descrita como una obra blanca con los relieves de zócalo en gris marengo sobre fondo blanco -por las personas que la conocieron en su origen- se conformó a partir de un basamento o zócalo, un desarrollo en dos niveles de pronunciada horizontalidad y una culminación en cubiertas de armadura, tras un ornamentado remate y ático central blasonado.

Su estilo artístico vino a responder a lineamientos inspirados en un estilo barroco, clasicista e italianizante, que tuvo un revival en los arquitectos de fines del siglo XIX.

En su alzado occidental y principal, quedan reflejadas las proporciones y el carácter general de la obra, invirtiéndose aquí el esquema arquitectónico creado por Andrea Palladio (1508 – 1580), a partir del Palacio Chiericati de Vicenza (Italia), de huecos (laterales) y paños o muros ciegos (centrales).

En cuanto a este orden clásico y su aplicación en el Palacio de los Leones, se dio a través de una galería y logia central (huecos), ubicada entre los paños o muros macizos ciegos, de las crujías y esquinas.

El palacio está emplazado en el espacio que ocupa la mitad de la cuadra o manzana formada entre la carrera 10ª y carrera 11° con calles 4ª y 5ª. A una altura de 840 m s. n. m y sobre un área de 2509,45 m2 (53,45 m frente a la carrera 10ª x 46,95 m en las calles 4ª y 5ª) y sus muros exteriores, que limitan el espacio arquitectónico, varían entre 0,75 m y 1 m de espesor.

Palacio de los Leones. San Cristóbal, estado Táchira. Patrimonio arquitectónico de Venezuela.

Fachada del Palacio de los Leones y un aspecto del extremo suroriental del Parque Sucre de San Cristóbal, en 1945. Foto Venezuela, 1945, publicación del Mes Financiero y Económico editado en marzo de 1945 en Bogotá.

Su fachada central y entrada principal se abre hacia el oeste u occidente y presenta -en su exterior- 68 alargados ventanales, espaciados simétricamente a lo largo de cada fachada lateral y parte de la sección principal, en el lienzo o muro exterior, y en sus dos niveles.

Los vanos y ventanales se repiten por pares en un orden secuencial clásico  (2, 2, 2, 2, 3, 2, 1),  estructurados, todos, con batientes de madera para cerrar el vano. Cada uno se encuentra resguardado por un enrejado en hierro forjado, del tipo o modelo castellano, terminado en punta de lanza, con excepción de los ventanales del nivel superior de la fachada principal. Estos presentan solo una reja de protección en hierro forjado baja y arqueada o convexa, que da profundidad al alfeizar.

Completan la fachada principal una puerta principal y dos laterales o secundarias bajo pórtico, en el primer nivel. En el segundo o superior, una alargada logia o galería balconada (según el modelo ya desarrollado por Palladio en la Basílica de Vicenza, Italia).

Los cimientos de la edificación se identifican con facilidad a partir de la línea del zócalo o basamento, el cual señaliza a su vez la pendiente del terreno a través de una moldura en toro o bocel en su límite superior, denotando así el proceso de nivelación hecho en los basamentos del edificio.

Palacio de los Leones, en construcción, 1930. Perspectiva captada desde la intersección de la carrera 10 (de San Mateo, para la época) con calle 5 (de Bolívar), en San Cristóbal. La puerta de ingreso que se observa en la esquina de la edificación, fue sellada y convertida en ventanal en la década de los años 50 del siglo XX. Fotos Diario La Esfera, Caracas, año III, N° 1.361, diciembre, 1930. Imágenes Antiguas del Táchira (2015).

Al observar la edificación desde cualesquiera de sus ángulos, se puede precisar la destreza del arquitecto o alarife para allanar el terreno ante las diferencias de altura que presentaba la topografía -declive o pendiente en sentido noreste-suroeste-, dado que los terrenos formaban parte de las primeras laderas del piedemonte oriental de la ciudad, en la sierra de La Maravilla.

En cuanto al plano de plantas, el arquitecto siguió el esquema español de planta rectangular, a dos niveles y patio claustral central estructurado a partir de arcadas sostenidas por 22 pilastras en el primer nivel y 22 en el segundo o superior. No obstante, encontramos una originalidad en el diseño que rompe el esquema tradicional o canon tradicional de esquinas en ángulo.

El autor aplicó en las referidas esquinas o ángulos de la fachada principal (frente a la carrera 10ª), y que articulan a esta con las fachadas laterales, una solución constructiva de ángulos redondeados o de cuarto de círculo a partir de la prolongación de las crujías laterales en salientes y con cerramiento o doblez, y un efecto visual de retranqueo de la fachada.

Este modelo de esquina en curva, característico del art déco desarrollado entre los años 20 y 30 del siglo XX, viene a representar -en las construcciones históricas de la ciudad de San Cristóbal- el primer modelo o elemento de transición de una arquitectura de inspiración historicista hacia un esquema más racional y geométrico de edificaciones, a partir de la búsqueda de soluciones visuales y constructivas más funcionales.

Con el ensamble armónico de todos los elementos de la fachada principal, el arquitecto o alarife creó un adecuado espacio para el atrio escalonado, porticado y balconado. Generaba así un impresionante efecto de contraste de la perspectiva frontal a partir del aparente o falso retranqueo de la fachada.

Palacio de los Leones. San Cristóbal, estado Táchira. Patrimonio arquitectónico de Venezuela.

Imagen satelital en ortofotografía del plano y urbanismo del Palacio de Los Leones y el parque Sucre, de San Cristóbal (Táchira). Se aprecia la planta rectangular del edificio conformada por cuatro crujías (o secciones) y el diseño de prolongación de las crujías laterales en cerramiento o doblez, de cuarto de círculo, sobre la fachada principal. Altimetría de captura de imagen 700 m sobre el relieve urbano. Foto Google Earth™ para la educación 2009. 

El resultado final, un palacio cuya tipología edificatoria es de inspiración renacentista, específicamente la iniciada con los primeros palazzi florentinos del siglo XV.

La fachada o cuerpo noble de la edificación sobresale por las definidas columnas y pilastras toscanas, cajeadas sobre pedestal (la mayoría adosadas al edificio como un dibujo al relieve, sin función estructural), y de molduras geométricas. Las mismas unen dos pisos (con 6 m de altura promedio) de ventanas y arcadas, consiguiendo un efecto dinámico, acentuado por la visual de retranqueo y porticado del muro exterior o de cerramiento.

Los niveles del palacio. En cuanto al alzado del palacio, este se estructura en dos niveles o cuerpos superpuestos que se conectan por escaleras de dos tramos en sus laterales, ambas generando una perfecta armonía clásica entre las plantas y el alzado. El primer nivel o de acceso comprendía veintiún espacios para oficinas. El segundo, superior o piano nobile (piso noble), dieciocho, incluyendo los despachos principales y el salón para el pleno o sesiones.

Los pisos, en ambos niveles, fueron solados con baldosas de tipo hidráulica en modelo de mosaico hispano-árabe, con figuras geométricas ornamentales que imitan un alfombrado moruno (elaborados por la Casa Cattafi Isgro de San Cristóbal, fundada en 1919).

Los techos de las oficinas y salones (planos, formados con losas de concreto sostenidas directamente por vigas de acero, en el primer nivel y techos de armadura, en el segundo) se cubrieron con cielo raso metálicos (importados por la Casa Pablo E. González y sucesores, de San Cristóbal), ornamentados con plafón central para las lámparas y arañas de época, cornisa y guardas molduradas en escayola.

Los cielo raso, con cenefas lineales, fueron recubiertos con una decoración pictórica policromada, geométrica y marcos en forma de cubos o mosaicos distribuidos simétricamente semejando artesonados mudéjares, todo al óleo.

Palacio de los Leones. San Cristóbal, estado Táchira. Patrimonio arquitectónico de Venezuela.

Palacio de los Leones, San Cristóbal, 1950. Se observan los arcos toscanos conmemorativos de las batallas más célebres del Gran Mariscal de Ayacucho. Foto Atlas Escolar de Venezuela, Ministerio de Educación Nacional, Caracas. 1950, p. 80.

Cada una de las plantas o pisos arquitectónicos del edificio se estructuró a partir de las formas de las pilastras toscanas, cajeadas y con pedestal, ornamentación tomada del estilo manierista, último trazo artístico del Renacimiento. Modelos originales de este tipo de pilastra cajeada, escasamente empleada en la arquitectura historicista regional,  se pueden observar en las pilastras renacentistas de la nave principal de la iglesia de San Salvador, del siglo XVI, en Venecia (Italia).

Los capiteles del Palacio de los Leones -de carácter geométrico- se encuentran trazados sobre un plano cuadrado y, al igual que los pedestales, presentan una ornamentación de trazo lineal, que a su vez resulta un trazo incipiente que le imprimió el artista, quizá ya imbuido en las nociones del art déco.

Entre las pilastras se abren los vanos de los ventanales, con arcos a la francesa (escarzanos o rebajados) y marcos moldurados rebajados en la primera planta y  adintelados, en la segunda.

Rematando la cornisa superior y para ocultar los techos tradicionales de armadura a dos aguas cubiertos con teja, se planificó un pretil (remate) o antepecho, corrido, enfoscado y revocado con formas de casetones, probablemente con el fin de dotar a la construcción de un aire más clasicista.

Palacio de los Leones. San Cristóbal, estado Táchira. Patrimonio arquitectónico de Venezuela.

Detalle de los jarrones que adornan la parte superior del Palacio de los Leones, San Cristóbal, Táchira.

Jarrones versallescos. Por igual, en el remate de cada dado de los pilares cajeados del antepecho, los cuales cumplen la función estructural de plintos o especie de pedestales de refuerzo del pretil, se colocaron jarrones o vasos ornamentales.

Los jarrones del Palacio de los Leones son monumentales. Sobre un plinto de 0,43 x 0,43 x 0,37 cm se levantan con una altura de 1, 70 m cada uno y se fijan al antepecho por medio de una varilla de hierro, en la cual se incrustan. Poseen la sección inferior gallonada, una panza o centro cóncavo, liso y con guarniciones decorativas renacentistas grutescas, a partir de formas vegetales, cintas y figuras antropomorfas a modo de asas, laterales, que unían sus extremos superior e inferior -ya desaparecidas la casi totalidad de las mismas-.

Estas características responden al denominado estilo versallesco, por cuanto tienen su origen en los modelos de jarrones, de reminiscencia romana, elaborados por el arquitecto Louis Le Vau (1612 – 1670) para las balaustradas del Palacio de Versalles. Un ejemplo del diseño decorativo para jarrones, empleados en el Palacio de los Leones, se puede observar en el Museo Nacional de Artes Decorativas de Madrid (España). Allí se conserva un jarrón de Sèvres en porcelana y bronce cincelado el cual se exhibe en el tramo superior de la escalera imperial del museo, obra de Louis-Pierre Schilt, 1862, presente institucional a la reina Isabel II de España, por parte del emperador Napoleón III de Francia y la emperatriz Eugenia de Montijo, en 1865.

Palacio de los Leones. San Cristóbal, estado Táchira. Patrimonio arquitectónico de Venezuela.

Uno de los leones en el Palacio de los Leones, San Cristóbal. Foto Lcdo. Yosel Molina, 2008.

Igualmente, en esa sección superior, se colocaron las esculturas de dos leones en posición heráldica de detenidos en guardia (statant guardant), al estilo o moda italiana del siglo XVI y XVII, como fue el caso de la Loggia dei Lanzi en Florencia (Italia), con dos esculturas de leones que vigilan las escaleras de acceso al edificio.

Asimismo, la funcionalidad de colocar los jarrones y esculturas en el Palacio de los Leones de San Cristóbal, separado del aspecto ornamental, permitía prolongar la visual perspectiva de verticalidad del edificio para compensar su horizontalidad, en todas las fachadas.

En cuanto a las fachadas laterales (que dan a las calles 4ª y 5ª), estas presentan una austera ornamentación, más cónsona con los cánones clásicos. Solo la principal (frente a la carrera 10ª), resulta más barroquizante y se convierte en la parte más monumental del edificio a partir del marcado retranqueo, con respecto a la alineación general de la estructura.

Este da paso a un área abierta, formada por el atrio escalonado que permite el acceso a la edificación a través de una única puerta principal,  alargada, de arco superior fijo, calado con vidrieras y de medio punto las cuales están enmarcadas por molduras de arco adintelado, y dos laterales. Un todo de formas  y vanos que crean un espacio de considerable perspectiva central.

Palacio de los Leones. San Cristóbal, estado Táchira. Patrimonio arquitectónico de Venezuela.

Atrio, fachada con efecto o perspectiva de retranqueo, pórtico y galería de entrada, logia, antepecho, esculturas de leones y ático central blasonado del Palacio de los Leones, en San Cristóbal. Foto INATUR, 2010. 

Así, en esta sección central, y siguiendo elementos renacentistas tradicionales para esta tipología de edificación, la fachada resguardada tras el pórtico y la logia del palacio presenta sus ventanales reproduciendo el modelo de la puerta principal y marco adintelado en ambos niveles. En el espacio generado por el intercolumnio (de siete arcos en cada piso) con una logia o balcón central de balaustradas barrocas (formadas por balaustres con pedestal, vaso ornamental periforme y nudo superior) en el segundo nivel. Alcanza así el acabado y categoría de una fachada porticada renacentista.

El intercolumnio de las arcadas exteriores se reproduce hacia el interior del edificio a partir de las galerías que forman el cuerpo de tres de las cuatro crujías yuxtapuestas o lados. Las mismas se abren entre columnas y arcos toscanos con dovelaje, clave y forma de medio punto en la sección central y rebajados o escarzanos -de mayor luz-, en los laterales, que dan al patio interior ajardinado.

De esta forma se generan los pasillos comunicacionales de la edificación que permiten dar a la estructura –desde lo interno- luz y ventilación. Tuvo cuidado el arquitecto diseñador de la obra en marcar el límite superior del edificio, en su interior, con balaustradas y jarrones o vasos ornamentales (ya desaparecidos) que remataban cada uno de los ejes de los pilares.

Palacio de los Leones. San Cristóbal, estado Táchira. Patrimonio arquitectónico de Venezuela.

Panorámica del patio central, galerías internas y balaustradas superiores con jarrones ornamentales de silueta chata (ya desaparecidos) del Palacio de los Leones, captada el día de su inauguración solemne, el 19 de diciembre de 1931. El coro magno, conformado por estudiantes de las diversas instituciones educativas de San Cristóbal y la Banda Oficial del Estado, fueron dirigidos en esa ocasión por el Prof. Miguel Ángel Espinel, autor de la música del Himno del estado Táchira (en 1913). Foto Fotos Antiguas del Táchira, 2015.

El patio central, de 1931, de sobria ornamentación, fue transformado en jardines en una época posterior y pasó a denominarse el Patio Leonino, por la figura esculpida sobre la fuente. Asimismo, en este espacio se construyó en 1930 una escalera clásica de ingreso para corregir el desnivel o la diferencia de altura de esta sección con el patio o jardín central. La misma fue adosada a la pared toscana o almohadillada, en la estructura central de la crujía o lado oriental. De forma activa y trazado recto, cuenta con dos rampas diagonales ascendentes o de tramos laterales y descanso central (balcón), protegidas por barandillas barrocas clasicistas. Todo formando un perfecto equilibrio compositivo.

En el trapezoide base, recubierto en pared toscana con detallado almohadillado, se encuentra una fuente con pila de agua, leonina (que da nombre al patio) o decorada con el emblema de la faz de un león, en mediorrelieve y bajo arco dovelado de medio punto. Presenta por igual ornamentando la pila, dos achatados vasos ornamentales neoclásicos (en forma de copa-fuente), en sus laterales.

Palacio de los Leones. San Cristóbal, estado Táchira. Patrimonio arquitectónico de Venezuela.

La Fuente Leonina en los jardines o patio central del Palacio de los Leones, en San Cristóbal. Foto Instituto del Patrimonio Cultural, estado Táchira, 2010.

Palacio de los Leones

El busto de Bolívar, de factura industrial, en el regio Palacio de los Leones, Táchira. Foto Jorge Castellanos, 2017.

En una época posterior, en el centro del jardín, se improvisó un pedestal y un busto del Libertador Simón Bolívar, ambos de elaboración industrial moderna, los cuales -en nuestro criterio- distan mucho de encontrarse a la altura de rememorar la magna obra del héroe que representa, así como de la majestuosidad clásica del edificio que lo rodea y de los poderes públicos regionales para los cuales sirve de sede.

En cuanto a la fachada de Oriente de la edificación, la cual daba a un traspatio o terreno yermo por ser la última sección del  palacio en construirse, fue completamente sellada por un espeso muro de cerramiento (con 1 m de ancho). Su paramento exterior se dejó en obra limpia, sin frisado ni ornamentación, permitiendo de esta manera conocer la didáctica interna de la estructura, la cual se da a partir del sistema de mampostería ordinaria (en mampuestos de piedra).

Palacio de los Leones. San Cristóbal, estado Táchira. Patrimonio arquitectónico de Venezuela.

Alero y paramento exterior del muro oriental, en obra limpia, sin frisado, del Palacio de los Leones, en San Cristóbal. Se corresponde con una estructura o sistema de mampostería ordinaria (conformada por mampuestos de piedra). Los vanos que se observan, alineados entre las piedras, se denominaban ‘aujadas’ en la región.Foto Williams Lobo, 2009.

Así, toda la carga ornamental y artística de la obra quedó concentrada en la fachada de Occidente, frente al parque Sucre, sobre la carrera 10ª. La misma destaca –a la distancia- como principal, por la presencia de un cuerpo central añadido sobre la sección de la cornisa -con un friso festoneado barroquizante- y el pretil o antepecho.

Este elemento ornamental, probablemente elaborado en estuco, se conoce como ático. Ocupando un espacio de 8 m de ancho (1/7 de la longitud de la fachada) por 4 m de alto, su monumentalidad solo es perceptible al observarse de cerca y su forma está inspirada en modelos barrocos, como el realizado en el ático de la fachada principal del Palacio Real de Madrid, frontera con la plaza de Oriente o el de la fachada que da a la plaza de la Armería.

De esquema rectangular, está flanqueado por pilastras toscanas de sección cuadrangular y fustes decorados en relieves, aletas laterales en abanico y balaustradas barrocas (formadas por balaustres con pronunciados vasos ornamentales, esféricos, central), cuya funcionalidad visual es la de romper la linealidad angular recta del ático blasonado, en su panel, con el escudo de armas de Venezuela, vigente para la época de construcción del palacio.

Asimismo, en el reverso del ático blasonado, a partir de una pilastra en ladrillos macizos trabados se fijó un asta (ya desaparecida), compuesta y metálica para izar el pabellón nacional.

Palacio de los Leones. San Cristóbal, estado Táchira. Patrimonio arquitectónico de Venezuela.

Ático blasonado con el escudo, antes de la pérdida del reducido frontón y pináculos de bulbo por el terremoto del 18 de octubre de 1981. Igualmente se observa el asta original de la construcción, ya desaparecida, y de la cual solo permanece la pilastra de ladrillo macizo que le servía de base. Palacio de los Leones, San Cristóbal. Foto Leo Matiz, 30 de diciembre de 1960.

Esta sección del edificio, la más ornamentada y barroca del palacio, es la única que conserva la impronta de su autor, el alarife y escultor don Jesús Uzcátegui. La evidencia se encuentra en la reproducción de las formas geométricas, minuciosas y detalladas, que utilizó por igual en la ornamentación exterior de la fachada del Hospital Vargas, inaugurado en 1927.

Don Jesús Uzcátegui era de las sierras nevadas merideñas, de Ejido. Solo se conoce de su biografía que nació allí, a mediados del siglo XIX. Fue el único oficial mayor que se residenció en el estado Táchira, junto con don Juan de los Santos Rangel, cuando este alarife mayor finalizó –con su grupo de trabajadores y al igual que él, merideños- los trabajos de construcción, remodelación y ornamentación de la iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Consolación, en Táriba (entre 1904 y 1909).

Autodidacta, destacaba en la escultura y en la ornamentación de exteriores en relieves. Si bien se formó en la escuela de la experiencia con el maestro Juan de los Santos Rangel, de la calidad de su decoración escultórica se evidencia el desarrollo de un estilo personal, singular y pintoresco, en el sentido artístico de la palabra, entendida como el deseo de inclusión de todo lo hermoso, vivo, colorido y animado en la estética de las artes.

Los leones del palacio

Sobre las esculturas leoninas en bulto redondo, que dieron nombre a la edificación después de 1931, según el cronista emérito de la ciudad de San Cristóbal, el Dr. José Joaquín Villamizar Molina (en 1986), se tienen dos versiones en relación con su autor.

Palacio de los Leones. San Cristóbal, estado Táchira. Patrimonio arquitectónico de Venezuela.

Palacio de los Leones (acercamiento a la escultura del león ornamental izquierdo de la edificación -derecha del observador), San Cristóbal. Foto Yosel Molina, 2008.

La primera, dada por don Jesús Ramón Manrique –hijo de Juan de los Santos Rangel- quien afirmó que los leones fueron realizados por don Jesús Uzcátegui; la segunda, recibida de los señores Pedro Navarro y Enrique Branger, habitantes de la época, quienes atribuyeron la autoría a otro escultor, de nombre Efraín Salas.

Palacio de los Leones. San Cristóbal, estado Táchira. Patrimonio arquitectónico de Venezuela.

Palacio de los Leones (detalle del cajeado de la pilastra toscana, del capitel de pilastra en ángulo, de la cornisa y el antepecho de la esquina superior de la fachada y escultura del león izquierdo de la edificación -derecho del observador- y antepecho o pretil casetonado), San Cristóbal. Foto Lcdo. Yosel Molina, 2008.

Esta diferencia de autores coincide con la diferencia de estilos y calidad de acabado final de las obras descritas. Al comparar el acabado al detalle de la fachada del Hospital Vargas y de sus esculturas de remate, idéntico al detallado acabado del panel central del Palacio de los Leones, se concluye que ambos salieron de única mano, la de don Jesús Uzcátegui.

No obstante, al comparar el acabado de las esculturas de los leones con las obras de Uzcátegui (pudiendo sumárseles -para efectos de comparación- las esculturas de Nuestra Señora de la Consolación, 1909, para la antigua iglesia de Táriba y de Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá, 1913, para el frontis de la antigua iglesia parroquial de Lobatera, ambas ya desaparecidas y solo registradas fotográficamente), nos encontramos -al igual que ante las versiones- frente dos ópticas distintas, del arte de la escultura. Así, el tiempo seguirá guardando el nombre del autor. Luego de una detallada revisión de las esculturas, no se encontró la firma del escultor en las mismas.

Los leones rugientes del palacio, que preceden desde la altura de los ángulos superiores de la edificación el acceso al atrio y con unas medidas de 1,50 x 1,83 m cada uno, responden a un tipo de escultura por modelado muy esquemática o simplista, que tiende a representar solo los rasgos más significativos del animal, sin entrar en el detalle o la precisión naturalista, sino más a la linealidad esquemática o geométrica como se observa en las formas dadas a las guedejas, la mandíbula o las dimensiones craneales. Por igual, las esculturas están desprovistas de todo figurativismo -de inspiración clásica y mitológica- y sin un determinado acento, dramático o expresivo.

Los animales, por su aspecto exterior probablemente trabajados en una mezcla de hormigón a partir de cemento (de pulverización y calcinación), áridos (elementos que dan consistencia al cemento) y agua, sin acabado a pulitura, repiten la misma postura, de pie o pasante (en términos heráldicos) y sobre una peana ornamentada con simples marcas geométricas.

Si bien, a la distancia, la óptica pareciera dar la información de ser esculturas de los leones rugientes son idénticas, no lo son. La principal diferencia radica en el león de la derecha (izquierda del observador) que presenta un acabado de líneas horizontales en su pecho, las cuales marcan los trazos de unas costillas expandidas -y que se forma cuando el león ruge o produce un bramido explosivo y profundo, siendo una de las principales razones del bramido la del marcado o proclamación territorial-, mientras que en el león de la izquierda (derecha del observar), el pecho resulta liso, sin marcas, propio de una actitud silenciosa de acecho o inicio a un lance de caza.

En cuanto a la peana, a su vez, forman un solo elemento estructural con la plataforma de concreto y madera que, incrustada entre los ladrillos del reverso del antepecho, sirve de base a las esculturas.

Las leyendas urbanas y tradiciones orales del siglo XX explicaron el origen de estas esculturas –que simbolizan metafóricamente el vigor, la valentía y la fuerza- al relacionarlas con la voluntad del general Eustoquio Gómez de representar la marca personalista o el poder omnímodo de la familia Gómez en el Táchira y en la Venezuela de su tiempo.

Por igual, el texto del discurso metafórico-simbólico empleado por el Dr. Vicente Dávila (Capacho, 1874 – Caracas, 1949) en el acto de sepelio del Dr. Abdón Vivas Sánchez (Lobatera, 1875 – Barcelona/España, 1917), permitiría concluir que la figura del león –en la mentalidad política e intelectual de la época- era la representación simbólica de la fuerza tachirense a través de los ejércitos de la Revolución Liberal Restauradora (1899 – 1908) y luego del proceso político de la Causa de la Rehabilitación Nacional (1908 – 1935): «Un día, las águilas del pensamiento y los leones de la fuerza, abandonando sus cumbres y cavernas andinas, llegaron al pie del Ávila no en son de conquista, sino en pos de sus hermanos para unificar en el seno de la patria la familia venezolana […] ¡Hermano y compañero en la santa religión de una Causa, descansa en paz en la tierra de tus mayores! que si no son rosas del hogar tachirense las que cubren tus despojos, son rosas avileñas, sus hermanas, las que piadosamente te ofrendan tus amigos ¡Adiós!» (Oración fúnebre pronunciada por el Dr. Vicente Dávila en el sepelio del Dr. Abdón Vivas Sánchez, Cementerio General del Sur, Caracas, 20 de diciembre de 1917) [DÁVILA, Vicente, Abdón Vivas en Gente del Táchira, recopilación y selección de Anselmo Amado, Biblioteca de Autores y Temas Tachirenses, Nº 61, tomo II, p. 242].

Si bien, desde el enfoque de la historia del arte, las esculturas de los leones –en idéntica posición- han estado asociadas o forman ya parte de la ornamentación en las entradas de los palacios renacentistas, barrocos y neoclásicos desde el siglo XVI.

Palacio de los Leones. San Cristóbal, estado Táchira. Patrimonio arquitectónico de Venezuela.

El león que resguarda y vigila la ciudad de San Cristóbal, su figura ha estado asociada a los palacios renacentistas. Palacio de los Leones, San Cristóbal, estado Táchira. Foto Samir A. Sánchez.

Estos se inspiraban en las figuras mitológicas griegas clásicas de Atalanta e Hipoménes. Castigados por haber profanado su templo, fueron metamorfoseados por la diosa Cibeles en leones, quien los puso a su servicio, unciéndolos a su propio carro para que lo arrastraran, sin poder alcanzar a mirarse el uno con el otro.

Las esculturas de leones, con fines ornamentales, convergen en su origen en los modelos de la figura del león esculpidos por el artista renacentista Flaminio Vacca o Vacchi (Roma, 1538 – Roma, 1605).

Vacca elaboraba sus trabajos -como es el caso de los Leones de Médici que se encontraban presidiendo las escalinatas de ingreso a Villa Médici en Roma- a partir de modelos de la antigüedad romana que él mismo encontró en las afueras de Roma, en la vía Prenestina cerca de la Porta Tiburtina o Puerta de San Lorenzo, los cuales databan del siglo II de nuestra era. La marca personal de escultor romano quedaba grabada en sus trabajos en mármol o bronce como «Opus Flaminii».

Valores patrimoniales

Finis coronat opus. El Palacio de los Leones de la ciudad de San Cristóbal resulta una perfecta síntesis entre los elementos culturales y arquitectónicos inspirados en el renacimiento, el barroco y las nuevas tendencias del clasicismo, de inicios del siglo XX. Es una obra salida de las manos de maestros alarifes, canteros y escultores de una etapa de la arquitectura tachirense, que ya cerró la última página del libro de su historia.

Palacio de los Leones. San Cristóbal, estado Táchira. Patrimonio arquitectónico de Venezuela.

Palacio de los Leones y antiguo aspecto del parque Sucre con su enlosado original de mosaico. Tarjeta postal coloreada, de 1960. Colección de Francisco Arellano, 2015.

Aún permanece ante nosotros, con casi un siglo de vida y un poco oculto para muchas miradas tras sus muros en piedra y argamasa, el logro arquitectónico del palacio junto al cuidadoso trabajo de sus detalles y proporciones. Testimonio de lo edificado, permitirá a las generaciones venideras reflexionar sobre su ingente pasado y exclamar, luego de una especie de anagnórisis, de un re-conocimiento: «cumplieron su misión».

Ostenta la categoría de «Monumento Histórico Nacional», por resolución N° 6 de la Junta Nacional Protectora y Conservadora del Patrimonio Histórico y Artístico de la Nación, de fecha 3 de febrero de 1986 y publicado en la Gaceta Oficial N° 33 407, el 7 de febrero de 1986.

Por suerte, para la historia urbanística de la ciudad, apenas ha sido alcanzado por la manía destructora o remodeladora de las épocas posteriores a su construcción.

Situación actual

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El Palacio de los Leones conserva la casi totalidad de su imagen palaciega original, diseñada en 1922. Solo el terremoto del 18 de octubre de 1981 derribó la mayoría de los más de sesenta jarrones o vasos ornamentales y el reducido frontón -sobre la cornisa con el pináculo de bulbo, que protegía la sección superior del ático blasonado con los relieves del escudo nacional, en su panel.

La urbe aún continúa a la espera de su integral puesta en valor. Una adecuada restauración y restitución -como dirían los antiguos romanos restitutionis in integrum materia– de estos elementos ornamentales (jarrones o vasos y frontón con pináculo, ya desaparecidos) devolverán a la edificación su aspecto originario. Solo ellos pueden coronar, y cerrar, la majestuosidad arquitectónica de la obra.

Para concluir la descripción didáctica de la estructura exterior de uno de los más reconocidos íconos urbanos de la ciudad de San Cristóbal y del patrimonio arquitectónico de la nación venezolana, quede la impresión de lo construido en la voz del poeta Pedro Pablo Paredes, cuando una mañana dominical contempló la obra desde la arboleda del parque Sucre:

«El Palacio de los Leones tal vez sea, entre nosotros, el único testimonio artístico de una época. Corresponde, en todo caso, a una manera de ser, a una manera de mirar la vida, a una manera de influir sobre los demás, que ya nos parecen extrañas. Esas maneras –no siempre buenas, como pudiera decir el famoso Carreño- estuvieron resumidas, aquí, en un hombre. Ese hombre que por tantos motivos, no podemos olvidar se llamó el general Eustoquio Gómez. Él fue quien ideó, hasta donde se nos alcanza, este Palacio de los Leones. Él fue quien puso a trabajar los obreros. Él fue quien llegaba antes que ellos todos los días, a vigilar la marcha de la obra. Él fue quien, a la hora de la verdad, dirigió el trabajo.

Por los rincones y por las recias escaleras del Palacio de los Leones nos parece escuchar, asordinados por la leyenda, los pasos –pasos temibles- del general Eustoquio Gómez. Su presencia histórica, precisamente, es la que le da hondura tradicional, sabor de época, a este edificio de San Cristóbal. Sobre la personalidad de aquel implacable mandatario, se asienta su leyenda. Él es su fantasma. Él es, para decirlo de una vez, su legítimo, su auténtico, su verdadero trasfondo».

Ubicación

El palacio está emplazado en el espacio que ocupa la mitad de la cuadra o manzana formada entre la carrera 10ª y carrera 11° con calles 4ª y 5ª. San Cristóbal, estado Táchira.

Fuentes consultadas

Benet, F. Guía General de Venezuela 1929. Primer tomo, impreso en la Casa Oscar Brandstetter, Leipzig, Alemania, 1929, p. 91.

Boulton, Alfredo. El arquetipo iconográfico de Bolívar. Ediciones Macanao, 1984, Caracas, p. 38.

Calderón, C., Carlos. Del ‘Cuba’ a la Escuela de Artes y Oficios del Táchira. En Diario Deia, Bilbao Vizcaya/Bizkaia, miércoles 29 de abril de 2015.

Díaz Brantes, Humberto. Estado Táchira, Álbum gráfico 1930. Impreso en los talleres de la Tipografía Americana, de P. Valery Risquez, Caracas, 1930 (reedición facsimilar de la Gobernación del Estado Táchira-Lotería del Táchira, San Cristóbal, 1997).

Hernández Contreras, Luis. Cien años de historia tachirense, 1899 – 2000. Proculta/Producción Cultural Tachirense, San Cristóbal, 2012.

Lobo, Williams; Nieto, Maylin y Rivero, Pedro. Análisis dinámico lineal de una edificación histórica en San Cristóbal, estado Táchira. En Revista Ciencia e Ingeniería, Universidad de Los Andes, vol. 3, N° 3, agosto-noviembre, Mérida, 2009, pp. 237-246.

López Contreras, Eleazar (General en Jefe). Páginas para la historia militar de Venezuela. Tipografía Americana, Caracas, 1944, pp. 245-246.

Moreno, Juan. Monumentos históricos nacionales. Instituto del Patrimonio Cultural, volumen I, Caracas, 1998, p. 98.

Paredes, Pedro Pablo. Pueblos del Táchira. Biblioteca de Autores y Temas Tachirenses, Nº 80, Caracas, 1982, pp. 157 – 159.

Pulido Zambrano, José Antonio. El León de Juan Vicente Gómez. Biografía de Eustoquio Gómez (1868 – 1935). Fondo Editorial Simón Rodríguez, San Cristóbal, 2012.

Revista Shell. Caracas, marzo de 1961, año X, Nº 38, Dirigida por Guillermo Morón, página 8. Fotografías de Leo Matiz para el Cuatricentenario de la ciudad de San Cristóbal.

Salazar, Temístocles. Eustoquio Gómez y el socialismo en el Táchira. Biblioteca de Autores y Temas Tachirenses, Nº 140, San Cristóbal, 1997.

Villafañe, Edmundo. Eustoquio Gómez o el despotismo civilizador (novela). Editorial Centauro, Caracas, 1992, p. 200.

Investigación: Samir A. Sánchez. Profesor de Historia del Arte y Métodos de Investigación en la Universidad Católica del Táchira (San Cristóbal – Venezuela). Autor, entre otras publicaciones, de «San Cristóbal Urbs quadrata» (2003), «Mors Memoriæ» o la Extinción de la memoria» (2011), y «Diccionario de topónimos históricos del estado Táchira: siglos XVI a XIX» (2018).

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