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Sandra Pinardi: Aproximaciones a una delimitación de “lo contemporáneo” en el ámbito cultural (VIDEO)

Sandra Pinardi, profesora del Departamento de Filosofía de la Universidad Simón Bolívar, comenzó el ciclo de charlas del seminarioVisiones contemporáneas sobre patrimonio cultural”, con una aproximación filosófica a la concepción del patrimonio bajo la perspectiva de la contemporaneidad.

Sandra Pinardi. Foto Raúl Chirino

Sandra Pinardi. Foto Raúl Chirino

En un esfuerzo de síntesis comenzó por describir el vacío y la desconfianza dejados por la modernidad desarrollada durante el Siglo XX “con sus guerras y conquistas tecnológicas, con sus tensiones e irresoluciones que pareciera haber producido en la cultura una inmensa desazón, un sentimiento de vacío, de pérdida, y también de horror ante la in-humanidad del hombre. Esta desazón se tradujo en una gran desconfianza en lo que la ‘civilización’ ilustrada y tecnológica había logrado”.

A partir de este legado moderno surge el pensamiento contemporáneo como un rencuentro con el mundo y sus complejidades; de allí que, apoyada en el concepto desarrollado por el filósofo Agamben, lo definió como: “…ser contemporáneo es estar, simultáneamente, adherido y distante de lo actual; una forma paradójica de relación desde la que se puede atender reflexiva y críticamente aquello en lo que se acontece, aquello que se percibe o se vive. Si esto es así, entonces algo es contemporáneo no cuando reitera o reproduce las determinantes de su tiempo, cuando se hace un eco irreflexivo de las particularidades de su contexto, sino más bien cuando es capaz de atrapar y localizar en esos contextos sus sombras, sus oscuridades o ausencias, cuando puede atrapar lo que a primera vista permanece nublado”.

De esta manera, explicó, en la contemporaneidad la cultura es entendida como resultado de una praxis, cuyos productos se conciben más como hechos comunicacionales, que no necesariamente se refieren a informaciones: “Si la cultura es una realidad lingüística, semántica y textual, el mundo es radicalmente una elaboración, un ejercicio humano no es algo dado sino algo siempre ‘en constitución’, y además es un espacio práctico, es decir, es el producto de una praxis: de un acto mediador, que hace confluir materialidad e idealidad.

Una de las consecuencias más significativas que acarrea la confluencia tensa que se da entre la valoración del cuerpo, y esta economía semántica que domina las producciones culturales es que, la cultura contemporánea piensa los productos culturales no como objetos –cosas o reproducciones- sino como hechos del lenguaje. En otras palabras, los productos culturales son comunicacionales, pero comprendidos desde una idea de comunicabilidad no es necesariamente análoga a la idea de ‘comunicación’ propuesta por las teorías de la comunicación, ya que puede dar cuenta de procesos de encuentro que no son necesariamente traducibles en informaciones”.

Dentro de esta visión de la cultura contemporánea ¿cómo se entendería el patrimonio? ¿Cómo hablar de preservación? Para comprender esta relación, Pinardi comenzó por esclarecer lo que implica el propio concepto de patrimonio: “la idea de patrimonio tiene que ver, ineludiblemente, con propiedades y apropiaciones, es decir, con aquello que se posee o con aquello que delimita identidades, formas de vida, modos de existencia, por ello, aunadas a la idea de patrimonio tenemos nociones como las de memoria –u olvido-, tradición, bienes, historia, etc.

En el caso específico del ‘patrimonio cultural’ estamos entonces hablando de aquello que es lo común –es decir, lo que pertenece a todos y, por tanto, nadie puede apropiárselo-, y que constituye y, me atrevería a decir que fundamenta, lo público, lo de todos, lo que es para todos y entre todos. Siendo que lo público es, también, siempre un elemento político”.

Sandra Pinardi. Seminario Maczul. Foto Raúl Chirino

Sandra Pinardi. Seminario Maczul. Foto Raúl Chirino

Asimismo, advirtió sobre lo que ha sido la relación entre el patrimonio y las instituciones encargadas de su resguardo, puesto que “el problema se diversifica y también se contextualiza. Me atrevería a decir que la cultura contemporánea –en términos generales, globales- sufre de una ‘institucionalización del patrimonio’, esta institucionalización del patrimonio creo que tiene un efecto paradójico, por una parte, ha permitido efectivamente que el patrimonio se resguarde y, gracias a ello, se emancipe de ciertos condicionamientos materiales y discursivos y también, gracias a ello, se instale con una valoración autónoma. Pero, por la otra, esta ‘institucionalización’ provoca un cierto ‘sometimiento’ o una cierta ‘obediencia y subyugamiento´ (esto sucede independientemente del espacio político contextual en el que se presenten), en las que estas pierden –o diluyen- su capacidad de acción política efectiva (su capacidad crítica), y se hacen mecanismos ‘representativos’ y publicitarios”.

Por último, con respecto a los campos y márgenes que delimitan las acciones generadas por las prácticas de preservación y difusión del patrimonio en la contemporaneidad, Pinardi apuntaba hacia varios aspectos, “los elementos que distinguen estas prácticas en nuestro mundo contemporáneo es, justamente, que deben comprenderse más como una ‘función’ que como una ‘entidad’, es decir, entenderlo no como una ‘cosa’ sino como un ‘modo específico de relación’ (una práctica de relación) gracias a que diversos ‘conjuntos’ o ‘sectores’ o ‘campos’ de la ‘realidad’ se conectan o se corresponden entre sí, se encuentran, concurren”.

Afirmó la ponente que las prácticas y las instituciones dedicadas al patrimonio cultural en el mundo contemporáneo más que espacios delimitados deberían ser modos de interacción, de intersección; esto es, convertirse en “funciones de existencia de ciertos discursos culturales”, y dar cuenta críticamente, de tres aspectos importantes: “primero, de la estructura regulativa que proponen y que los determina, segundo, de las figuras desde y en las cuales agrupan los objetos de los que se ‘apropian’, para lograr que esas figuras sean múltiples y heterogéneas, tercero, de cuáles son los ‘sistemas’ gracias a los que permiten que algo acontezca, que algo se actualice, que algo ocurra”.

Concluyó expresando que pareciera que estamos en una cultura que ha “espacializado” tanto sus producciones como sus interpretaciones. Esta condición espacial –dice- aparece como un elemento fundamental, por tanto, “lo contemporáneo es fundamentalmente una ‘practica’ –praxis- del espacio”. Esto significa “que se hace –se produce- para tener lugar o para dar lugar a, se hace en y entre espacios convertidos en discursos, se instituye e instaura como una escena”. De aquí que el patrimonio en la contemporaneidad no es una categoría sino un discurso, una experiencia, un lugar de participación y de acción. Parafraseando de nuevo a Agamben finalizó su ponencia con la siguiente idea: “lo contemporáneo escapa –o huye- a la posibilidad de constituirse como categoría porque involucra, constantemente, un esfuerzo renovado –y también siempre superado y superable- de no ser totalmente de su tiempo, de entrever en las tinieblas esa ‘luz’, y también esa ‘sombra’, que acontece como mera potencia”.

Relatoría realizada por: Grupo 4 editores: Maruja de Carruyo, Elisa Quijano, Beatriz Suárez y Nereida Petit

Notas relacionadas

Resumen del seminario: El patrimonio cultural zuliano genera discusión e interés.

Programa del Seminario “Visiones contemporáneas sobre patrimonio cultural”, realizado en el Maczul, Maracaibo, Venezuela, los días 22 y 23 de octubre de 2015.

Este seminario fue organizado por IAM Venezuela (Institutional Assets and Monuments of Venezuela) y el Museo de Arte Contemporáneo del Zulia (Maczul). Contó con el apoyo del ICOM Venezuela.

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