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Mural de entrada de San Antonio de Capayacuar

Mural de la entrada de San Antonio de Capayacuar. Patrimonio cultural del estado Monagas, Venezuela.

Mural de la entrada de San Antonio de Capayacuar. Foto Sour200 / Creative Commons, 19 de marzo de 2011.

Nombre: Mural de entrada de San Antonio de Capayacuar.

Año: 1983.

Tipo de patrimonio cultural:  Mueble/Monumento en espacio público.

Administrador custodio o responsable: Alcaldía del municipio Acosta.

Historia
Descripción
Valores patrimoniales
Situación actual
Ubicación
Fuentes consultadas

Historia

Si usted va por la carretera a San Antonio de Capayacuar, también conocido como San Antonio de Maturín, lo recibirá en la entrada del poblado un enorme mural con la escena de la fundación del pueblo, construido por Iván Balsa y diseñado por Lecceira Borthomieurtt en el año 1983. Sobre una pared pintada de gris azulado, el escudo del municipio Acosta del estado Monagas se encarama en lo más alto. Y más abajo se representa, en el mapa del mismo, el encuentro de los indios Caribes, Cuacas y Chaimas con el misionero capuchino Fray Gerónimo de Muros, que con su bendición representada en la cruz en alto, símbolo de la Iglesia misionera, funda el pueblo en 1713. El cuento, hasta ahí, se narra en bajorrelieve.

Tanta historia resumida en ese relato de piedra esculpida palidece, sin embargo, ante la figura de una inmensa serpiente en altorrelieve que rodea y parece contenerlo todo. Y así es. Según la tradición oral, la aledaña laguna de Ipure era un manantial que saciaba la sed de los indígenas, hasta que en un mal día una serpiente gigante se tragó a una niña que iba con su hermanito a buscar agua y desapareció en el fondo del acuífero: “La serpiente visible es una hierofanía de lo sagrado, no espiritual, sino material. En el mundo diurno surge como un fantasma palpable, pero se desliza entre los dedos como se desliza a través del tiempo contable, del espacio medible y de las reglas de lo razonable, para refugiarse en el mundo de abajo, del que proviene, y donde se la imagina, intemporal, permanente e inmóvil en su plenitud…”, refrendan Jean Chevalier y Alain Gheerbrant en su Diccionario de los símbolos (Herder).

Detalle de la Culebra de Ipure, en el mural de entrada de San Antonio de Capayacuar. Foto Luis Brochero Fotografía.

Detalle de la serpiente de Ipure, en el mural de entrada de San Antonio de Capayacuar. Foto Luis Brochero Fotografía.

Aunque luzca amenazante en el mural de entrada de San Antonio de Capayacuar, la serpiente simboliza la cosmogonía aborigen, el vientre fecundo –se tragó a la niña, no al pequeño-, el origen infinito, el agua dadora de vida. Lo recuerdan Chevalier y Gheerbrant en la disección del mítico animal: “… La serpiente visible no aparece pues más que como la breve encarnación de una Gran Serpiente invisible, causal y atemporal, dueña del principio vital y de todas las fuerzas de la naturaleza. Es un viejo dios primero que encontramos al comienzo de todas las cosmogénesis, antes de que las religiones del espíritu lo destronen. Él es lo que anima y lo que mantiene”.

Enterada la comunidad, el chamán de la tribu sacó la culebra de las profundas aguas con un conjuro, la abrió y liberó el cuerpo sin vida de la pequeña. Días después, cuando los habitantes del pueblo regresaron por más agua se toparon no con un manantial, sino con una laguna…

Y aquí de nuevo los referidos autores nos permiten conectar esta leyenda indígena venezolana con el alma intemporal de todas las culturas: “Los infiernos y los océanos, el agua primordial y la tierra profunda no forman más que una materia prima, una substancia primordial, que es la serpiente. Espíritu del agua primera, es el espíritu de toda las aguas, sean las de abajo, las que corren por la superficie de la tierra, o las de arriba».

«Es verdaderamente el primer dios antiguo. Encarna la desmesura de las fuerzas naturales. La serpiente no presenta pues un arquetipo sino un complejo arquetípico, ligado a la fría, viscosa y subterránea noche de los orígenes”. Jean Chevalier y Alain Gheerbrant en el «Diccionario de los símbolos».

Chevalier cita el libro Símbolos fundamentales de la ciencia sagrada (Edudeba, Buenos Aires, 1969), para resaltar el simbolismo de la serpiente ligado a la idea misma de la vida: “en arábigo la serpiente es el-hayyah y la vida el-hayat. El-Hay, uno de los principales nombres divinos, debe traducirse no por ‘el viviente’, como se hace a menudo, sino por el ‘vivificante’, el que da la vida o el que es el principio mismo de la vida’”.

Desde el Génesis, el judeocristianismo es una de las teologías que más ha satanizado la serpiente, de allí que en el mural que cuenta la fundación del pueblo San Antonio de Capayacuar Fray Gerónimo de Muros le dé la espalda mientras bendice a los indígenas recién evangelizados. Pero ahí ella va más allá del maniqueísmo religioso; esa serpiente que diseñó Lecceira Borthomieurtt y materializó Iván Balsa, sostiene lo material (escudo, mapa, anécdota histórica) para abarcarlo todo con su vasta simbología: “Arquetipo fundamental ligada a las fuentes de la vida y de la imaginación, la serpiente, como puede verse, ha conservado a través del mundo sus valencias simbólicas más contradictorias en apariencia. Y la más positivas de entre ellas, si bien estuvieron en el índice en un momento de nuestra historia, comienzan a resurgir de sus mazmorras, para dar de nuevo armonía y libertad al hombre. La poesía, las artes, la medicina se han aplicado a ello, ellas que han tenido siempre a la serpiente por tributo”.

De modo que cuando vaya de entrada a ese pueblo del oriente de Venezuela, recuerde que la historia que cuenta el mural de bienvenida es mucho más remota que la datada en 1713. Tiene que ver con la cosmogonía indígena y, como la serpiente de la leyenda, se pierde en las aguas profundas del alma humana.

Descripción

El mural representa al sacerdote fundador, Fray Jerónimo de Muros, con una cruz en la mano derecha y una representación de nativos de la región, algunos parados y otros arrodillados que reciben la bendición. La forma del territorio sobre el cual están ubicados los personajes es la del mapa del municipio Acosta, y bordeando todo esto está la figura de una inmensa serpiente al acecho.

El mural tiene la inscripción, en letras grandes de piedra, «FUNDACIÓN DE SAN ANTONIO DE CAPAYACUAR POR FRAY JERÓNIMO DE MURO.- 1713».

Valores patrimoniales

Aparte de su valor artístico, el mural le da la bienvenida al visitante de San Antonio de Capayacuar con la narración plástica de la historia del poblado. Destaca la enorme serpiente, ligada a una remota leyenda sobre el nacimiento de la laguna de Upire; el mítico animal alude en la obra la misma cosmogonía aborigen.

El Instituto del Patrimonio Cultural lo registró en el I censo del patrimonio cultural venezolano que realizara entre 2004 y 2010, y lo catalogó como bien cultural bajo la categoría de Lo construido en su Catálogo del patrimonio cultural venezolano 2004 – 2007. Estado Monagas, municipio Acosta.

Situación actual

En regular estado de conservación.

Ubicación

Entrada de la población, Acosta, estado Monagas.

Fuentes consultadas

Castillo, Alexis. San Antonio de Capayacuar y la culebra del Ipure. En masperiodismowordpress.co, 28 de abril de 2013.

Catálogo del patrimonio cultural venezolano 2004-2007. Estado Monagas, municipio Acosta. Instituto del Patrimonio Cultural, 2007.

https://goo.gl/FG6yFom. Consultado el 6 de agosto de 2017.

Chevalier, Jean / Gheerbrant, Alain. Diccionario de los símbolos. Herder Editorial, Barcelona. Séptima edición, 2003. pp. 925 – 938.

Leyenda de la Laguna de Ipure, estado Monagas. En taringa.net, https://goo.gl/iDF7kN. Consultado el 6 de agosto de 2017.

San Antonio de Maturín. En Wikipedia.org, https://goo.gl/gPbgZ2. Consultado el 5 de agosto de 2017.

Investigación: Nilda Silva F.

 

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