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Monumento a la Virgen de la Corteza

Monumento a la Virgen de la Corteza y reliquias, la original y la réplica. Fotos Revista Tricolor y Wilfredo Bolívar.

Monumento a la Virgen de la Corteza y las reliquias de la aparición mariana. Fotos Revista Tricolor y Wilfredo Bolívar.

Nombre: monumento a la Virgen de la Corteza

Año: circa 1951 – 1953.

Autor: desconocido.

Técnica: escultura tallada y vaciada en bronce. Fundida en los talleres de la Marmolería J. Roversi Sucesores, Bologna (Italia).

Tipo de patrimonio cultural: tangible / mueble. Monumento en espacio público. Grupo escultórico.

Administrador custodio o responsable: iglesia San Miguel Arcángel de Acarigua y Concejo del Municipio Páez del estado Portuguesa.

Historia
Descripción
Valores patrimoniales
Situación actual
Ubicación
Fuentes consultadas

Historia

El monumento a la Virgen de la Corteza está ubicado en la parte posterior de la iglesia San Miguel Arcángel de Acarigua. Vaciado en bronce, en homenaje a Nuestra Señora de la Corteza, patrona sentimental de la ciudad, el conjunto escultórico está compuesto por una alegoría estatuaria de imágenes de bulto que integra, en forma armónica, cuatro figuras representativas de la aparición de la Virgen María a una india avecindada en la antigua villa de Araure.

Aparición documentada. Una antigua tradición histórica, documentada por la Iglesia católica, recoge que el 2 de febrero de 1702 la Virgen María apareció en la corteza de un árbol de tacamahaco a una mulata araureña llamada Margarita la Perla. Tres versiones sobre la ‘aparición’ dan cuenta de lo ocurrido aquel año. La más antigua consta en el documento Información judicial de 1757, dada a conocer en 1806 por el viajero francés François Depons, quien habría revisado la documentación, la cual glosó en su obra Viaje a la parte oriental de tierra firme. Le sigue una narración escrita por el andariego obispo de la Diócesis de Caracas, Mons. Mariano Martí, a propósito de su visita al lugar el 5 de noviembre de 1778, transcrita en la obra Documentos relativos a su visita pastoral de la Diócesis de Caracas, 1771 – 1784 (Caracas: 1969, Tomo I, p. 576). Y la tercera, una versión del Padre Félix Martínez, escrita en 1883, descripción basada en tradición oral contada por los ancianos del pueblo de Acarigua.

De acuerdo a los hechos, en 1702 la mulata Margarita la Perla habría emprendido camino hacia Guanare con intención de adorar la imagen de la Virgen de Coromoto en pago de una promesa por haberle devuelto la salud a su hijo, compañero del mismo viaje. De regreso, detenidos a orillas de una quebrada, conocida después como Quebrada de la Virgen, ataron su borrico a un árbol de tacamahaco con el propósito de descansar, colgando una hamaca entre dos palos. Al poco, advirtió el muchacho que el macho que montaban comenzó a espantarse, dando el joven con una luz vivísima proveniente del tacamahaco “y repararon que era una imagen de la Divina Señora, como pintada en la corteza de aquel árbol”, sosteniendo al Niño Jesús entre sus manos, episodio que habría ocurrido el 11 de febrero de 1702.

La mulata extrajo la imagen con un cuchillo y la envolvió en una tela. Acto seguido, el borrico echó a correr hasta la puerta de la iglesia de Acarigua, hasta donde le siguieron la mujer y el muchacho. Una de las versiones cuenta que un fraile capuchino, nombrado Miguel de Placencia, encontró a Margarita la Perla aposentada en la Casa Real contando lo sucedido. Fray Miguel mostró curiosidad por saber el contenido de la petaca donde se guardaba la imagen del tacamahaco. Puesto en autos, el capuchino cambió la concha a la mujer por un rosario, una estampa de la Virgen del Rosario y otra de la Inmaculada Concepción, la colocó en un altar de la iglesia San Miguel de Acarigua, dando inició al culto de Nuestra Señora de la Corteza. Cuatro años después, en el lugar del prodigio, el misionero capuchino Felipe de Palma fundó en 1706 el pueblo Nuestra Señora de la Corteza, equidistante en el camino real entre la villa de Araure y Ospino. Finalmente, en 1757, el culto recibió aprobación eclesiástica por el obispo de Caracas.

Iconografía e imagen. En un principio, según Francisco Depons (1806), la imagen original de Nuestra Señora de la Corteza no estaba expuesta en la iglesia de San Miguel Arcángel de Acarigua, sino en el templo Nuestra Señora del Pilar de Araure. Escribe el viajero el francés sobre la villa araureña: “Hay una hermosa plaza. Las casas, aunque bien construidas, nada tienen de notable. Solo la iglesia es soberbia. Nuestra Señora de la Corteza es lo principal en la iglesia de Araure”.

Refiere Depons que la reliquia original permaneció un tiempo en Araure, en casa de Margarita la Perla, quien la conservaba “en un rincón de la casa” alumbrándola con velas, hasta que el misionero capuchino Miguel de Placencia la solicitó en custodia para ser traslada a la iglesia de Acarigua, donde fue entronizada en uno de los tres altares del templo. El 30 de diciembre de 1765 Diego Antonio Diez Madroñero hace constar ante don Juan Antonio Montero, abogado de la Real Audiencia como examinador sinodal del obispo de Caracas, que la imagen permanecía en “un retablo nuevo […] con su nicho, cerradura y llave de hierro donde se halla colocada la soberana Imagen de Nuestra Señora de la Corteza” (Archivo Arquidiocesano de Caracas – Visita al pueblo de Acarigua, 1766; Notario, Agustín Cedeño, folio 55 al 59; citado por Hno. Nectario María en “Historia documental de los orígenes de Acarigua”, Madrid: 1964; Imprenta Juan Bravo, p. 221).

En 1778, cuando el obispo Mariano Martí visitó la iglesia de Acarigua, escribió en sus notas: “En esta Iglesia está y se venera el original de la imagen de Nuestra Señora de la Corteza, que me parece que es más pequeña que la copia que vi en dicho pueblo de la  Corteza; y este original es más hermosa su imagen; parece que la corona de la Virgen es de oro o dorada, y también parece dorada la orla del manto; el relicario es a manera de una custodia, que tendrá de alto unos dos palmos y medio”.

Monumento a Nuestra Señora de la Corteza, Acarigua, Portuguesa. Bien de interés cultural venezolano.

Imagen original de la Virgen de la Corteza. Foto colección Wilfredo Bolívar.

Según la tradición, la imagen de Nuestra Señora de Corteza ‘apareció’ en la concha rústica de un árbol de tacamahaco, catalogado en 1926 por Henri Pittier como especie de la familia Burseraceae, con el nombre científico de Protium heptaphyllum. Reflejada en la concha de este árbol, la reliquia original de “La Corteza”, como se la denomina, medía 52 x 43 cm, teniendo por centro la figura de la Virgen María y el niño en unos 18 milímetros.

Los primeros duplicados de la imagen provenían de imágenes iconográficas con fines litúrgicos, grabados en una sola dimensión. La primera reproducción había sido realizada para su veneración en la iglesia del pueblo de La Aparición. En 1778 refiere el obispo Martí que el padre Jayme de Puigcerdá abrigaba la idea de abrir “algún sello o lámina de madera para hacer estampas”. Consta la existencia de algunas pinturas realizadas la segunda mitad del siglo XVIII. En su libro Pintura e iconografía popular de Venezuela, Carlos F. Duarte registra la existencia de dos obras con imágenes de la advocación de La Corteza, una en óleo sobre madera (23 x 15,5 cm) perteneciente a su colección y un óleo sobre tela (26 x 23 cm), propiedad de la familia Beclá Velutini de Caracas (Ib. Caracas: 1978, E. Armitano, p. 74).

La primera custodia conocida de la Virgen, traída desde Alemania, ha sido conservada por el coleccionista acarigüeño Andrés “Negro” Cordero, quien en 2017 la transfiere a su paisana María José Cordero, actual presidenta de la Sociedad Nuestra Señora de la Corteza, fundada el 12 de mayo de 1918 por doña Trina Escalona de Ramos. En 1929 la imagen fue entronizada en una nueva hornacina de plata. Para mala fortuna, detrás de sus falsas piedras de esmeraldas, diamantes y rubíes, el 13 de octubre de 1966 tres ladrones robaron dicha custodia, desapareciendo para siempre la reliquia original del tacamahaco.

Las gestiones para la frustrada recuperación de la valorada imagen las lidera el monseñor araureño Omar Ramos Cordero. El 21 del mismo mes se oficia una misa concelebrada, presidida Mons. J. J. Jiménez Hidalgo, creador del monumento. La iglesia y la plaza se convierten en escenarios de desagravios y rogativas, solicitando el retorno de la reliquia. En Caracas, el médico acarigüeño Jesús Barrios Perchts se asume como albacea periodístico del despojo. Animado por una nueva ‘aparición’ de la Virgen de la Corteza en una piedra, que consigue días después del hurto, se dedica a recopilar un álbum de recortes con las reseñas del sacrílego despojo.

Monumento a Nuestra Señora de la Corteza, Acarigua, Portuguesa. Bien de interés cultural venezolano.

Reliquia de la Virgen de La Corteza en 1954. Foto Revista Tricolor. Rep. Wilfredo Bolívar.

En febrero de 1975 el odontólogo acarigüeño don Francisco Cortés, recordado devoto de La Corteza, encontrándose en un Congreso de Odontología en Cúcuta, refirió el hurto a un miniaturista asistente en el evento, decidiendo en común acuerdo elaborar una réplica sobre otra concha de tacamahaco. Esta imagen sustituta es la actualmente exhibida en una custodia adquirida por el párroco de Acarigua Leonel Cifuentes fallecido en el año 2017, gestión realizada por el acarigüeño don Alí Carrillo, uno de los devotos de la advocación (Alí Carrillo, La Virgen de la Corteza: patrona de Acarigua, Caracas: 1999, ps. 3 – 4).

Una plaza para la Virgen. Fue el Pbro. Juan José Jiménez Hidalgo quien, durante su administración parroquial al frente de la iglesia de San Miguel de Acarigua (1946 – 1954) promoviera la construcción de un monumento a la Virgen de la Corteza que recordara en bronce el pregonado milagro de la aparición mariana a la mulata Margarita la Perla en 1702.

Para tal efecto Jiménez Hidalgo mandó acondicionar y rehabilitar la esquina posterior de la iglesia. El diseño arquitectónico, aprobado por el obispo de Barquisimeto, Críspulo Benitez Fonturvel, se concibió en tres nodos arquitectónicos: la nueva plazoleta, la fachada lateral del templo y el edificio de dos plantas donde fue instalado un instituto católico. En el centro de la pequeña alameda se entronizaría el sistema estatuario.

Plaza Nuestra Señora de la Corteza / Plaza la Burrita, patrimonio histórico de Acarigua, estado Portuguesa, Venezuela.

El monumento a la Virgen de la Corteza preside desde mediados del siglo XX la plaza homónima o plaza la Burrita. Reproducción de Luis Delgado, 2011.

Plaza Nuestra Señora de la Corteza / Plaza la Burrita, patrimonio histórico de Acarigua, estado Portuguesa, Venezuela.

Vista actual de la plaza la Burrita o Nuestra Señora de la Corteza. Foto Frente Ecológico Portuguesa, 18 agosto 2017.

Descripción

El monumento a Nuestra Señora de La Corteza preside la plaza homónima de Acarigua, aunque la voz popular la llama plaza La Burrita. El conjunto estatuario consiste en una representación figurativa compuesta por cuatro efigies independientes, adosadas sobre una amplia plataforma de bronce que sirve como base del conjunto. Entronizados sobre un pedestal de mármol, estos cuatro elementos escultóricos son: 1. El tronco de un árbol de cuatro ramas elevadas hacia el cielo, apenas sugeridas, con la imagen de la Virgen María, como motivo central del sistema estatuario. 2. La figura de pie de una mujer con vestido hasta la pantorrilla, representando a Margarita la Perla, con los brazos y manos abiertas en señal de adoración mirando a la Virgen. 3. Un niño de unos doce años de pelo encrespado, descalzo y sin camisa, apenas vestido con un pantalón o calzón corto, arremangado con una cuerda en la cintura, postrado de rodillas con las manos juntitas en franca oración personificando al hijo de la mulata Margarita. 4. Un pequeño pollino con las orejas alertas y la pata derecha delantera levantada en actitud de sobresalto o encabritado, atado a la diestra del árbol, haciendo el equilibrio plástico del cuadro escultórico.

El monumento representa en esencia la particular escena cuando la araureña Margarita la Perla es sorprendida por la aparición de la Virgen en la corteza del tacamahaco. Con atractivo dinamismo plástico, flanqueada la mulata por su arrodillado hijo como testigo, la escultura muestra el instante en que asalta la sorpresa de la visión sobre el árbol, deducible por la pintoresca estampa de un borrico encabritado.

Monumento a la Virgen de la Corteza, patrimonio cultural de Acarigua, estado Portuguesa, Venezuela.

El gentilicio le dio protagonismo a la Burrita, y comenzó a llamar la plaza Virgen de la Corteza con su nombre. Foto colección Freddy Escalona Rangel, años 70.

La gracia con la que fue fundido el asno, influyó en la conseja popular para que, desde sus primeros años, comenzase a llamarse al monumento “plaza la Burrita”. Contrariamente, aun cuando no se trataba de una plazuela dedicada a la hembra del jumento (como tampoco la historia afirma haberse tratado de una hembra del animal la que acompañaba a la mulata en el momento de su aparición), la generalidad del colectivo no llamó al monumento plaza “de la Virgen”, sino plaza “de la Burrita”.

Monumento a la Virgen de la Corteza, patrimonio cultural de Acarigua, estado Portuguesa Venezuela.

Firma de la Marmolería Roversi, que fundió el grupo escultórico. Foto Freddy Escalona Rangel, 2015.

La magnífica obra de autor desconocido, con base a una escultura tallada y luego vaciada en bronce, fue fundida en los reconocidos talleres de la Marmolería J. Roversi Sucesores, originaria de Bologna en el centro norte de Italia, expertos en la producción artística de mármol y bronce. Una inscripción grabada al pie del conjunto así lo precisa: “J. Roversi Sucs. Bologna Caracas”.

La Marmolería Roversi de Caracas, fundada en 1882, funcionaba como un estudio artístico que importaba mármol directamente desde Carrara, Italia. Disponía del talento de varios artistas notables europeos, entre ellos Giulio Roversi, castellanizado como Julio, razón por la cual la mayor parte de las obras del siglo XIX venían firmadas como J. Roversi, denominación que dio paso a la firma “J. Roversi e Hijos” o simplemente “J. Roversi & Sucesores”. En 1954, el representante legal de la empresa era el señor Alberto Roversi.

Valores patrimoniales

La Virgen de la Corteza es la patrona sentimental de la ciudad de Acarigua. La devoción popular y autoridades eclesiásticas promovieron, a partir de la leyenda de su aparición, la construcción de la segunda plaza de Acarigua, valorada por el gentilicio tanto por su antigüedad como por su significación espiritual, pues se ha convertido por tradición en un hito urbano de culto.

El monumento no solo refleja el fervor mariano de buena parte del pueblo acarigüeño, sino que también simboliza la evangelización entre los más pobres que ayer y hoy ha pregonado la Iglesia católica, representados estos en la humilde mulata, el niño y el burrito (o la “burrita”).

El 30 de junio de 2005, el Instituto del Patrimonio Cultural (IPC) declara el espacio donde está asentado el monumento “bien de interés cultural de la nación”. La meritoria afectación viene inserta en el Registro General del Patrimonio Cultural Venezolano, emanado por providencia administrativa dictada el 30 de junio de 2005 por órgano del Ministerio de la Cultura. La ficha asociada a inmuebles de valor patrimonial edificado de la república está publicada en el Catálogo del patrimonio cultural venezolano 2004 – 2009, aparte N° 2, atinente a la sección denominada Lo construido.

Situación actual

El grupo escultórico ha sido vandalizado en varias ocasiones. Vísperas a la Navidad de 2016, sin anuncio oficial previo se procede a la remoción de la figura en bronce de la mulata Margarita. El 15 de noviembre de 2016, el memorista Freddy Escalona Rangel denuncia en las redes sociales: “Nos hemos percatado que de la escultura original ha desaparecido la figura de la mujer y solamente quedan la mula y el niñito” (Facebook, 16-11-2017). El 30 de diciembre, señala igualmente que “para aprovechar el cobre con el cual estaba hecha la soga que ataba a la burrita del árbol sagrado, la misma fue hurtada en días pasados”.

El 2 de enero de 2017 el mismo cronista publica en su cuenta de Facebook: “Desaparecieron la indígena, la soga que enlazaba la burrita al tacamajaca y antenoche, aprovechando la distracción del año nuevo, le dieron unos cuantos martillazos en las patas traseras del indefenso animalito para tratar de defenestrarlo y convertirlo en metal derretido”. El 23 de enero de 2017, en su columna periodística El Temerario, el periodista Rafael Ramón “Pepe” Roldán se hace eco de la denuncia. “La que sí desapareció —reza la nota— fue la figura de Margarita la Perla en la plaza La Corteza (Burrita), así como el instrumento (mecate, guaya o cadena) que sujetaba el jumento al tronco de tacamahaco” (Acarigua – Diario Última Hora 23-1-2017, p. 4). Días después, se conoce que la figura ha sido removida por la municipalidad para comenzar los cuestionados trabajos de remodelación de la plaza y la intervención del mismo conjunto escultórico. Lo que sí es una certeza es que la entrañable burrita sí se quedó sin su mecate por obra de los ladrones de bronce que devastan el patrimonio broncíneo del país.

Monumento a Nuestra Señora de la Corteza, Acarigua, Portuguesa. Bien de interés cultural venezolano.

El borrico sin su mecate, accesorio del grupo escultórico robado en diciembre de 2016. Monumento Virgen de la Corteza en Acarigua, estado Portuguesa. Foto Freddy Escalona Rangel.

El conjunto estatuario sufre en la restauración realizada entre marzo y agosto de 2017 por la alcaldía de Acarigua un tratamiento inadecuado y “sin la correspondiente asesoría técnica ni el consentimiento del IPC”, según denunciara el cronista tradicional de la Aparición de la Corteza, Alfredo Torres Quiroz: “Ese conjunto escultórico tiene su solera artística. La Iglesia y la ciudad, la burocracia y los actores culturales incluidos, han consentido en una intervención de mala calidad”.

Efectivamente, contrario a la técnica de devolverle la pátina original a la obra, se cubre el bronce con pintura en aceite color negro y dorado a la imagen de la Virgen. Para sostener la imagen de la mulata Margarita La Perla se adhiere su figura al conjunto estatuario, soldándola por el pie derecho con una suerte de burdo anclaje o estribo que lo asegura a la base del monumento.

Monumento a Nuestra Señora de la Corteza, Acarigua, Portuguesa. Patrimonio cultural venezolano.

En la intervención de 2017 pintan de negro y dorado el grupo escultórico. Y a la mulata la ciñen burdamente a la base. Foto Wilfredo Bolívar, septiembre 2017.

Ubicación

Calle 8 con avenida 14, a media cuadra de la plaza Bolívar. Municipio Páez, estado Portuguesa.

Fuentes consultadas

Acarigua. Diario Última Hora, ediciones del 16 y 27 de agosto de 2017.

Acarigua, una ciudad con 300 años y todo un porvenir para el progreso. Diario El Nacional – Suplemento Especial, Caracas domingo 10 de julio de 1966.

Álbum de recortes. Archivo personal del Gobernador Waldemar Cordero Vale.

Bolívar Wilfredo y Anzola Aleyda. Nuestra Señora de la Corteza: historia e imagen en el tiempo. Plegable (Acarigua: 2007 – Alcaldía del Municipio Ospino).

Carrillo, Alí. La Virgen de la Corteza: patrona de Acarigua. Caracas: 1999.

Catálogo del patrimonio cultural venezolano 2004 – 2009. Municipios Páez y Araure. Instituto del Patrimonio Cultural (Caracas: 2009).

Díaz, José Ramón. Vivencias de mi vida y de mi Acarigua de ayer. (Acarigua: 2004).

Duarte, Carlos F. Pintura e iconografía popular de Venezuela. (Caracas: 1978, E. Armitano).

Hermano Nectario María. Historia de Nuestra Señora de la Corteza: venerada en la ciudad de Acarigua. (Caracas: 1949, Los Dos Caminos, Librería escolar).

Herrera Rodríguez, David. Plaza de Nuestra Señora de la Corteza. Semanario El Imparcial, Acarigua, 18 de noviembre de 1962.

Historia Documental de los Orígenes de Acarigua. Madrid: 1964; Imprenta Juan Bravo.

Libro de inventario – Año 1942. Iglesia San Miguel Arcángel de Acarigua.

Martí, Mariano. Documentos relativos a su visita Pastoral de la Diócesis de Caracas, 1771 – 1784. (Caracas: 1969, tomo I).

Peña, Manuel. Panorámica de la Acarigua de los años 20. Semanario El Imparcial, Acarigua, 10 de marzo de 1979.

Revista Tricolor. (Caracas: 1954, Año VI, p. 21).

Revista Venezuela Misionera. (Caracas: 1966, N° 321 – 344).

Investigación: Wilfredo Bolívar.

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