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«El milagro del Cristo», de Tito Salas

Fotografía Luis Chacín, julio 2016.

Procesión, Tito Salas. Iglesia del Dulce Nombre de Jesús, Petare, municipio Sucre, estado Miranda. Fotografía Luis Chacín, julio 2016.

Nombre:   El Milagro del Cristo.

Autor: Tito Salas.

Año: 1958.

Tipo de patrimonio cultural: Tangible/Mueble.

Administrador custodio o responsable: iglesia Dulce Nombre de Jesús de Petare, Petare, Caracas.

Historia
Descripción
Valoración
Situación Actual
Ubicación
Fuentes consultadas

Historia

Todas las fuentes destacan en el lienzo El milagro del Cristo de Tito Salas su carácter de exvoto. Esto quiere decir que su realización obedeció al pago de una promesa por un favor recibido, específicamente aquella que hiciera el pintor en 1956 cuando una de sus hijas cayera gravemente enferma, necesitada de una operación y sometida posteriormente a una lenta convalescencia. En ese momento, Salas pidió al Cristo de la Salud por la recuperación de su hija, prometiéndole a cambio pintar un cuadro sobre sus bondades milagrosas. Pasado el trance de la enfermedad y concluido el lienzo, este sería entregado a la iglesia Dulce Nombre de Jesús de Petare en 1958 e instalado en la Capilla de la Reconciliación.

En el mismo espacio se encontraba, desde 1936, otro cuadro de Salas titulado La natividad. Sobre su obra votiva, el pintor escribió un texto corto fechado también en 1958 (Esteva-Grillet, p. 89). Desde 1932 Petare había sido residencia de Tito Salas, en un período que coincidió con una exploración por su parte de temas de índole costumbrista en el que abundaron los paisajes de la zona y el retrato de escenas típicas de la localidad. Esto explica no solo la promesa hecha a uno de los patronos locales, sino la voluntad de representar un entorno de devoción que, por demás, le era familiar y cercano.

Descripción

El cuadro de Tito Salas describe una escena nocturna: la procesión por la parroquia del Cristo de la Salud, la imagen de culto más emblemática del pueblo de Petare. En la esquina superior derecha se observa la silueta de la Capilla del Calvario, ubicada en el corazón del casco histórico petareño, mientras que por encima de la escena principal se deja ver el horizonte de casas coloniales que conforman este trazado urbano, con sus techos de caña y sus ventanas estilizadas pintadas de colores.

Esta, sin embargo, no es una procesión común, pues la actitud de los asistentes permite deducir que la comunidad se encuentra aquejada de alguna enfermedad o penuria colectiva. La escena remite, claramente, a  la epidemia de fiebre amarilla que atribuló a Petare en 1868 y a la procesión de la imagen de Cristo crucificado que se llevó a cabo por las calles de la localidad a modo de rogativa por la salud de los afectados. La sanación de la población a raíz de este evento instituyó al Cristo de la Salud como imagen milagrosa –otorgándole, además, su nombre–  y dio inicio a una profunda devoción que hasta el día de hoy se recuerda cada septiembre con una fiesta especial el día del milagro.

El milagro del Cristo alude entonces, desde su mismo título, al acontecimiento fundacional del culto al Cristo de la Salud o, sería más preciso decir, al momento previo: el de la petición. En este lienzo de gran formato se ha roto la horizontalidad de la escena para elevar el soporte –y la composición– justo donde se encuentra la figura del Crucificado. De este modo, el protagonista se despliega a una altura mayor, mientras que el resto de los elementos y personajes pueblan el espacio rectangular que se extiende hacia los lados. Ubicado en el centro de la escena, el Cristo avanza en su paso procesional por entre una multitud que se agolpa en una variedad de actitudes y gestos. La imagen, sobre su distintiva cruz verde, ha sido engalanada para la ocasión con un paño de pureza blanco con detalles dorados.

Las lámparas a vela ubicadas sobre las andas iluminan al Cristo de un modo efectista, pues alumbran de modo contrastante las piernas mientras la parte superior del cuerpo se sumerge en una semipenumbra nocturna entremezclada con el humo de los candiles. Bajo los faldones del paso se puede observar a los cargadores de la imagen que avanzan con dificultad por entre una multitud demandante de necesitados y enfermos. Muestra de este esfuerzo en la marcha lo constituye también el cortejo de la imagen, conformado por los religiosos y monaguillos que portan los estandartes y que, por momentos, se ven tropezados por los fieles en su intento por acercarse al paso procesional.

El conjunto de personas que se arremolinan alrededor del Cristo da muestra de una gran diversidad: niños, adultos y ancianos, personas de diferentes estratos sociales; todos ellos sufriendo el trance de la enfermedad. Algunos se encuentran sentados o postrados en camillas, desde donde imploran la intervención milagrosa del Señor en favor de su salud. Otros se acercan con niños en actitud suplicante, mientras la mayoría de los asistentes participa del evento en una actitud introspectiva de oración, con rostros apesadumbrados o suplicantes. En un primer plano al centro de la composición, una fila de devotos se arrodillan ante el paso de la imagen y dan la espalda al espectador, sumidos en la penumbra e iluminados apenas con los destellos de luz provenientes de alguna vela cercana. De acuerdo a lo que señalan algunas fuentes, Tito Salas retrató entre los personajes del cuadro a algunos de sus contemporáneos, como al entonces párroco Alfonso Rivas y a su amigo Jermán Ubaldo Lira. En el extremo derecho de la composición aparecen su propia esposa, vestida de negro, y su hija, vestida de amarillo; ambas con mantillas negras y observando con devoción el paso de la imagen entre la multitud.

Valoración

La obra más conocida de Tito Salas es aquella relacionada con la iconografía bolivariana, a cuya consolidación contribuyó notablemente durante las primeras décadas del siglo XX. En esta línea destacan los murales llevados a cabo en la Casa Natal del Libertador y en el Panteón Nacional, así como las pinturas destinadas al Capitolio Nacional y el Palacio de Miraflores, entre otros.

Menos estudiada y difundida –aunque no por ello menos abundante–, es su producción vinculada a las escenas domésticas o religiosas, al paisaje y al retrato privado. El milagro del Cristo de la iglesia Dulce Nombre de Jesús de Petare pertenece a este conjunto de piezas que Salas dedicara a los temas costumbristas y que han sido menos consideradas por la historia del arte venezolano. El lienzo, además, se inscribe en toda una serie de obras dedicadas al tema de las procesiones que el autor iniciara a finales de los años treinta y en los que pone de manifiesto, como en este caso, la influencia de la pintura española y el manejo de recursos dramáticos en la representación de tópicos de profunda raigambre popular (AA.VV., p.14).

Salas vincula su lienzo al contexto local, no solo como fruto de una experiencia religiosa y personal –el pago de una promesa–, sino en tanto representación del episodio fundacional de una de las más grandes devociones del pueblo de Petare. El involucrar diferentes tiempos (el momento de la rogativa de 1868 y los personajes contemporáneos a Salas de 1956) supone una suerte de reactualización del mito, en la continua manifestación de ese milagro. En la misma medida, esta pieza da cuenta de la devoción de Petare por el Cristo de la Salud en una línea de tiempo que se remonta al milagro original, se sostiene en el tiempo del pintor a través de sus testimonio y se mantiene al día de hoy. En un plano más personal, el cuadro atestigua la profunda vinculación del pintor con Petare, su lugar de residencia por tantas décadas; y sus resonancias en esta experiencia plenamente autobiográfica. El milagro del Cristo forma parte, entonces, de esa faceta de la producción de Salas, ligada al entorno petareño y al retrato de sus costumbres. Finalmente, representa una oportunidad para evaluar las fuentes y tradiciones populares en la obra de pintores venezolanos con formación académica.

Situación actual

Fotografía Luis Chacín, julio 2016.

El milagro del Cristo (detalle), Tito Salas. Iglesia del Dulce Nombre de Jesús, Petare, municipio Sucre, estado Miranda. Fotografía Luis Chacín, julio 2016.

En una visita realizada en 2017 se pudo observar que el lienzo se encuentra en buen estado de conservación. La obra conserva su integridad, lo que permite apreciar todos los elementos de la composición. Se desconoce si la pieza ha sido sometida a algún procedimiento de restauración, o si se le ha sustituido el marco a lo largo de la historia. Lo que sí está claro es que su ubicación actual no corresponde con la original, pues en estos días se le puede ver en la capilla contigua a la del Santísimo, lugar donde reposó durante muchos años. La esquina de este nuevo espacio (correspondiente al lado izquierdo del cuadro) ha sido horadada a fin de dar cabida al lienzo en toda su longitud, tal como se puede apreciar en las fotografías. Se ignoran las razones por las cuales ambos lienzos de Tito Salas fueron trasladados de su espacio original a la capilla contigua; aunque posiblemente se deba a problemas de infraestructura que ponían en riesgo la conservación de estas piezas.

Ubicación

Capilla lateral (contigua a la Capilla del Santísimo), iglesia Dulce Nombre de Jesús de Petare, calle Miranda con plaza Sucre, casco histórico de Petare, Caracas, municipio Sucre, estado Miranda, Venezuela.

Fuentes consultadas

AA.VV. Diccionario biográfico de las artes visuales en Venezuela, Tomo 2, Galería de Arte Nacional, Caracas, 2005.

AA.VV. Tito. Una vida por el arte. Homenaje a Tito Salas. Fundación José Ángel Lamas; Museo de Arte Popular de Petare; Galería Tito Salas, 1988.

Da Antonio, Francisco. Cruz Amado Fagundez: cronista de una imagen. Museo de Arte Popular de Petare, 1985.

Esteva Grillet, Roldán. Desnudos  no, por favor. Alfadil Ediciones, Caracas, 1991; p. 89.

Investigación realizada por Rigel García.

 

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