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Piden declaratoria de emergencia para el Cementerio El Carmen

El cronista oficial de Barinas, Alberto Pérez Larrarte, pide que el Cementerio El Carmen sea declarado en emergencia. Este Patrimonio Histórico de Barinas y Bien Cultural de la Nación vive sus estertores bajo la desidia, la desmemoria y la brujería.

Marinela Araque Rivero. 31/03/2017

Alberto Pérez Larrarte, cronista oficial de Barinas, insta a declarar el estado de emergencia del Cementerio El Carmen por el indetenible deterioro de ese bien patrimonial de la nación: “Es necesario, urge el centinela de la ciudad a IAM Venezuela (Institutional Assets and Monuments of Venezuela), hacer valer el derecho que tienen los barineses de salvaguardar la identidad y la memoria histórica, por lo que hago un llamado de atención a los representantes de la municipalidad y al Instituto del Patrimonio Cultural, encargado de velar por el patrimonio cultural del país, para que adopten las medidas necesarias para restaurar este bien registrado en el I Censo del Patrimonio Cultural Venezolano y reflejado en el Catálogo del Patrimonio Cultural 2004-2005 del municipio Barinas”.

El rescate se hace perentorio, clama el cronista, «ante el indetenible deterioro durante los últimos años por la inacción oficial, el desdén colectivo y la hechicería», convertidos en eficaces sepultureros del Cementerio El Carmen, Patrimonio Histórico de Barinas y Bien Cultural de la Nación. Tumbas profanadas, esculturas destruidas y saqueadas, enverjados despegados de los monumentos, maleza alta, quema de basura sobre los sepulcros, refugio de indigentes, espacios que sirven de baño público, restos de animales sacrificados en rituales de hechicería son algunas de las calamidades que marcan los estertores de la centenaria necrópolis.

En un recorrido que IAM Venezuela hizo por el antiguo camposanto se constató que en la cerca perimetral, de color blanco, fueron realizados diferentes grafitis, y que existen paredes deterioradas que permiten el paso de los delincuentes. El techo de la entrada presenta filtraciones. No existe una oficina de información, no hay vigilancia, y las visitas están restringidas por la inseguridad.

Wilmer Valdivieso, director de Servicios Públicos de la Alcaldía de Barinas, aviva el desaliento al admitir la precaria situación del cementerio al tiempo de informar de la inexistencia de algún plan de rehabilitación del sitio patrimonial, cuya administración, por ley, recae en la alcaldía. La municipalidad solo realiza operativos de limpieza de maleza y trabajos de pintura a las paredes de la cerca perimetral frontal cuando se acerca el Día de los Difuntos. Y resalta, como si se tratase de un ciudadano más o deudo de alguno de los aproximadamente mil difuntos inhumados allí desde su construcción en 1910, que “la inseguridad está al acecho en este cementerio y en el de la Virgen del Pilar, por lo que hacen un llamado a las instituciones y comunidades para que planteen proyectos de recuperación de este camposanto”.

La memoria menoscabada

El camposanto Nuestra Señora del Carmen es el más antiguo que se conserva en la ciudad de Barinas, inaugurado en 1910. Algunos de los sepulcros se realizaron con técnicas populares de la época. Otras tumbas con características monumentales fueron elaboradas por reconocidas empresas funerarias del país como Marmolería Carrara, Talleres Rosales y Moderna de Barquisimeto, además de la Firma Roversi de la ciudad de Caracas, quienes realizaban esculturas de encargo celebrativas y funerarias.

Una estatua yacente que reposa sobre el sepulcro de Samuel Martínez, enterrado el 17 de marzo de 1960. Foto Samuel Hurtado.

Sus características tradicionales lo convierten en un privilegiado espacio para la memoria, pues en este lugar reposan los cuerpos de los viejos barineses e inmigrantes que dieron vida a esta metrópolis a principios del siglo XX, y cuyos descendientes integran las familias que habitan en esta urbe llanera.

Pese a su jerarquía patrimonial, “se han enseñoreado sobre él el abandono, la degradación, el vandalismo y la poca visión estratégica de valoración ante el patrimonio funerario de las instituciones encargadas de su protección; así se menoscaba la memoria de un pueblo”, lamenta Andrea Fajardo, secretaria de la Fundación Cultural Bahareque.

Luctuoso centenario y un clamor desoído

La precaria situación de este cementerio empezó a arreciar para el año 2010, año de su centenario, recuerda Fajardo. En aquel año esta oenegé hizo un “llamado de reflexión” al alcalde del municipio Barinas, Abundio Sánchez, para alertarle sobre el estado de abandono de la necrópolis, conocida en antaño como Cementerio Civil.

“El expolio de piezas representativas del arte funerario, además del robo de candelabros, cruces, lápidas, enverjados y la acción vandálica contra cercas y muros ya había deteriorado para entonces gran parte de los sepulcros. Esto, aunado a la desatención de las áreas verdes, el exceso de basura y la actual profanación y quema de tumbas y plantas, están acabando con este patrimonio funerario”, advierte la vocera.

Los miembros de esta fundación, ante la amenazada integridad del camposanto, convocaron una reunión el 29 de enero del 2010 para tratar un único punto: “Situación del cementerio Nuestra Señora del Carmen”. Asistieron al llamado representantes de la Dirección de Turismo del estado Barinas, la Comisión de Cultura del Consejo Municipal, un representante de la Plataforma Patrimonio del Ministerio Popular para Cultura, la Comisión de Cultura del Consejo Comunal Sector 23 de Enero Norte, Asociación Cultural de Activadores Sociales Comunitarios, Junta Parroquial Barinas, Dirección de Servicios Públicos de la Alcaldía de Barinas, Instituto Autónomo Municipal de Cultura y Patrimonio, la Dirección de Catastro y estudiantes de Sociología de la Universidad Ezequiel Zamora.

Los participantes de la asamblea solicitaron entonces la intervención inmediata de los organismos responsables y demandaron “el rescate artístico y físico del cementerio”; nacía con esta exigencia la Red de Amigos del Cementerio El Carmen, que motorizó el proyecto La ciudad de los muertos, patrimonio de todos. Este, según el historiador Samuel Hurtado Camargo, contemplaba los trabajos de inventario de tumbas, valoración, conservación y reactivación de este camposanto. Pero el acecho de malhechores y profanadores de tumbas, así como la escasez financiera, abortaron la iniciativa cívica.

Sin embargo, no cesaron los llamados al Estado de la recién constituida red de amigos y la Fundación Bahareque, y el 28 de junio de 2010 apelaron al arquitecto Héctor Torres, presidente del Instituto de Patrimonio Cultural, y a su Dirección de Protección Integral, demandando medidas de protección para los inmuebles contenidos en la poligonal del centro histórico de la ciudad de Barinas, además del Cementerio El Carmen. Cuatro meses luego instan al Consejo Legislativo del estado Barinas a hacer una inspección ocular del cementerio. Solo hubo silencio.

Hasta que un reportaje publicado en el diario La Prensa, el 11 de agosto de 2011, logró arquearle la ceja al edil de la ciudad. Firmado por la periodista Estela Tamy, se titulaba Sumergido en el total abandono el Cementerio El Carmen. La respuesta llegó 5 días después, cuando el alcalde Abundio Sánchez se digna a visitar el cementerio con el equipo de Servicios Públicos de la alcaldía para ordenar la limpieza y retiro de la maleza. Y para prometer el rescate de la necrópolis por parte de la municipalidad, incluyendo la requerida presencia policial.

Han pasado 5 años y 7 meses, y el alcalde aún no honra su palabra. Tampoco se pronuncia el Instituto de Patrimonio Cultural, ni ninguna otra de las autoridades interpeladas por la sociedad civil. Mientras el cementerio apura el paso hacia la nada.

El cronista oficial de Barinas, tras pedir la declaratoria de emergencia del camposanto para su urgida restauración, desenfunda un sueño: “Con ello se cumpliría el viejo anhelo de los barineses de convertir el Cementerio El Carmen en un museo a cielo abierto”.

“Con el final del camposanto –nos dice Larrarte como si escribiera un epitafio- también desaparecerá buena parte de la memoria histórica y cultural de la ciudad”.

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